A sus 40 años, la guatemalteca Marta Julia Pajoc, religiosa de las Franciscanas de la Purísima Concepción, vive desde hace unos años su primera experiencia como misionera en Mozambique. Una vivencia que afronta con “la fuerza de Dios y puesta mi mirada firme en Jesús, con mucha apertura con lo que me encuentro aquí cada día y disponible a todo, ya que el Señor me ha llamado para amar, servir y darme a los más necesitados y extender su Reino a todos los que están sedientos de su amor y su palabra. Algo que hago con mis limitaciones, porque Él nos capacita a cada uno para su misión”.
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Esta Navidad la ha esperado con mucha ilusión, con la fe de que sea un bálsamo de paz y alegría entre los sinsabores que a veces nos deja la realidad cotidiana: “Sin duda, este año ha sido muy diferente para muchos a causa de la pandemia que estamos viviendo a nivel mundial. Y también con el eco de las guerras que se viven en algunos países, como en el propio Mozambique, en el norte y el centro, habiendo muchas familias que han huido de los ataques para integrarse en otras y tener un lugar seguro para vivir … Pero, a pesar de todo eso, nos estamos preparando para celebrar la Navidad como familia de Dios”.
Convivencia interreligiosa
“En la misión en la que estoy –nos cuenta–, la Navidad se vive en unidad. Las familias son muy acogedoras. Entre ellas son de diferentes religiones, pero se respetan mucho. La mayoría son católicos y musulmanes, pero hay presencia de diversas confesiones”.
Estos días, “hablamos de cómo preparar el nacimiento de Jesús en nuestros corazones, cada uno con nuestra fe que profesamos. Aunque este año la Navidad es aún más diferente por la pandemia y por las guerras, queremos celebrar juntos la Navidad”. Así, el abrazo principal es para las familias que han huido como desplazadas por la violencia: “Como nuestra Madre, María, y san José, buscaron un lugar seguro para que Jesús naciera. Así lo vivimos aquí”.
Recuerdo de sus raíces
“La Navidad –concluye Pajoc–, fuera de mis propias raíces, yo la vivo con mucha alegría, compartiendo con todos y respetando cada religión, aunque es verdad que algún momento me hace recordar mis raíces por alguna cosa parecida o igual. Soy muy feliz aquí donde el Señor quiere que esté para extender su Reino, dándome a todos y haciendo todo lo mejor posible. Con la ayuda de Dios, todo es posible y bonito”.