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Los obispos de Chile desafían a los empresarios a impulsar la solidaridad





Una carta de 14 páginas publicó el arzobispo de Concepción, Fernando Chomalí, dirigida a la Unión Social de Empresarios Cristianos de Chile (USEC), en su calidad de asesor doctrinal de esta institución. La inicia compartiendo sus experiencias durante este año de pandemia. “Muchas de las experiencias que cuento les pueden parecer obvias o ampliamente conocidas. Sin embargo, tienen el valor de haberlas visto con mis propios ojos y vivido en primera persona”.



“Son cientos -no exagero-, los cesantes, obreros, subcontratistas, pequeños y medianos empresarios que han ido a pedir mis buenos oficios por distintos motivos – a uno no le pagaron el trabajo realizado, al otro lo embargaron, a otro le quemaron el galpón, a otro lo estafaron, a otro le fue mal y no sabe cómo pagar sus deudas, otro quebró-. Se trata de personas -sobre todo de mujeres- muy angustiadas pensando qué le darán de comer a sus hijos el día de mañana”, confiesa el obispo.

Tejido de la Iglesia al servicio de los demás

También conoce las experiencias de los empresarios. “Soy testigo de que varios han optado por mantener el vínculo con sus trabajadores y, en muchos casos, en detrimento propio. Los felicito de corazón”, dice, y agradece los esfuerzos hechos para proveer al sistema de salud de respiradores artificiales para enfrentar la pandemia. “Gracias a ello, estoy seguro, que se han evitado muchas muertes. También hubo indiferencia de otros que sólo pensaron en cómo salvarse solos”, agrega Chomalí.

“Hay lugares, situaciones y personas donde ni el Estado ni el sistema económico de libre mercado que nos rige, llega. Las instituciones intermedias, sí lo hacen. De eso les quiero hablar un momento. La Iglesia de Concepción ha generado varios emprendimientos”, expresa la carta del arzobispo en la que relata varias experiencias solidarias de ese arzobispado, tales como fuentes laborales para personas con Síndrome de Down, Hogares de Menores y Colegios, albergues para personas en situación de calle y otros. “Falta tanto por hacer con las personas más vulnerables, dice el obispo. Necesitan un plato de comida al día, una cama, mucha esperanza y ayuda para encontrarle sentido a sus vidas. Y, por supuesto ser tratados con dignidad. Me enorgullezco del tejido que ha ido entramando la Iglesia para mantener obras al servicio de los demás en tiempos de pandemia –lo ha hecho siempre, pero ahora han florecido con más fuerza-. La familia, las parroquias, las capillas y el vecindario hacen verdaderos milagros. ¡Los he visto!”, exclama.

Promover condiciones de vida digna

El trabajo sana, afirma Chomalí, dignifica y puede ser fuente inagotable de satisfacción personal” y complementa: “con trabajo hay sentido de la vida y pertenencia, esperanza, alegría, prosperidad y qué comer día a día”.

En su carta, plantea la necesidad de construir una sociedad menos desigual. “Si no se distribuyen los recursos -que Dios ha destinado para todos- de manera más equitativa, el futuro no se vislumbra promisorio, porque no se aplacará la sensación de desamparo, de frustración y de descontento, que puede ser fermento de desencanto en muchos y de ira en otros”. Agrega que “promover condiciones de vida dignas es exigente, porque implica una nueva forma de abordar un sistema que es indiferente frente a las causas de fondo de la pobreza de muchos y de la desmedida riqueza de pocos”.

Ante ese desafío, apoyado en su conocimiento de las “legítimas aspiraciones empresariales, un claro y notable interés por lo social, un gran amor por Chile y un profundo anhelo de vivir cristianamente” que reconoce en los empresarios que integran la USEC, además de sus “competencias, destrezas, conocimientos y habilidades que podemos distribuir de mejor forma”, el obispo les llama a hacerlas fructificar compartiéndolas con los demás a través de un programa de apoyo que sugiere llamar “Sello USEC”.

“Creo que el SELLO USEC, les dice el obispo, daría un nuevo impulso a la Unión Social de Empresarios y Ejecutivos Cristianos, así como a todas las agrupaciones empresariales. Además, renovaría el interés por formar parte en ellas; y haría un bien inmenso a las personas que todo les resulta muy difícil. Este tiempo de perplejidad que estamos viviendo por la pandemia puede ser el momento, oportuno y adecuado, para empezar. Muchos se lo van a agradecer, sobre todo las futuras generaciones”, concluye el arzobispo Chomalí.

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