Vida Nueva comenzaba el año con un especial de laicos, puesto que del 14 al 16 de febrero se celebró el Congreso de Laicos, una iniciativa inédita en su planteamiento sinodal que buscaba –y consiguió– ser un revulsivo para los cristianos españoles. Continuaba la actualidad informativa con la elección de Juan José Omella como presidente de la Conferencia Episcopal Española.
Solo un mes después, el papa Francisco regalaba a todos los lectores de Vida Nueva: ‘Un plan para resucitar’. Se trata de la primera vez en sus más de siete años de pontificado que escribe para un medio de comunicación.
Más allá de coronavirus, entrevistábamos a Margarita Robles, primera ministra en conversar con esta revista. Además, finalizábamos el año con ‘Fratelli Tutti’, la visita de Pedro Sánchez al Papa y una entrevista a John Bellocchio, víctima del ex cardenal Theodore McCarrick.
Aunque Vida Nueva ha publicado 47 números este año, te acercamos, cuando ya toca despedir el año, las 10 portadas imprescindibles de este 2020:
Vida Nueva comenzaba el año con un monográfico sobre el laicado, pues Madrid acogería del 14 al 16 de febrero el Congreso de Laicos, una iniciativa inédita en su planteamiento sinodal que buscaba –y consiguió– ser un revulsivo para los cristianos españoles.
El cardenal arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, es el nuevo presidente de la Conferencia Episcopal Española desde marzo. Los obispos dieron un salto de fe y confianza en un prelado que hasta hace poco había permanecido en un segundo plano, del que le sacó Francisco cuando le llevó a Cataluña y le impuso el birrete cardenalicio. Los obispos le entregaban la batuta de la Iglesia española en un contexto tan complejo como el de la Transición.
Una Semana Santa inédita. Extraña. Histórica. La pandemia del coronavirus tenía a media humanidad confinada, había echado el cerrojo a los templos y obligaba a vivir el Triduo Pascual como nunca nadie hubiese imaginado. A través de este número especial, Vida Nueva quiso ser cauce para propiciar la celebración de los misterios pascuales en familia, en su sentido más amplio, con el convencimiento de que esta Pascua, aparentemente virtual, se presenta también como la más real.
El Papa tiene un “plan para resucitar”. A Francisco le preocupa cómo se fundamentará ‘el día después’ a la pandemia del Covid-19. Lo comparte a través de una meditación enraizada en este tiempo pascual que el Obispo de Roma regala a los lectores de Vida Nueva, a la Iglesia y a la sociedad. Un documento inédito que publicaba esta revista que, durante más de seis décadas, ha entendido el periodismo como servicio, voz de anuncio y denuncia, desde el soplo siempre audaz del Espíritu.
La ministra de Defensa, Margarita Robles, que en medio de esta crisis se ha ganado el respeto y reconocimiento de la sociedad, desmarcándose de las crecientes tensiones partidistas, atendía a Vida Nueva. Justo cuando se celebraba la Semana de las Fuerzas Armadas y se recrudece la crispación, era tiempo de apelar a los valores que ha desplegado el Ejército para vencer a la pandemia y que enumera la propia Margarita Robles: “Calidad humana, generosidad, profesionalidad, entrega, espíritu de servicio, compromiso y su amor a España y los españoles”. Y todo desde la unidad en la diversidad mostrada por militares, paters, arzobispo y ministra, que urge promover desde la Iglesia frente a la amenaza real de una fractura social.
Vida Nueva quiso unirse al homenaje de tantos creyentes que han visto truncadas su entrega al Evangelio porque se cruzó con ellos el Covid-19. En sentido estricto del término, no pueden ser considerados mártires, en tanto que no han fallecido a consecuencia del odio a la fe, pero no pocos casos se han topado con este enemigo vital precisamente cuando se enfrentaban en primera línea a la enfermedad, como capellanes de un hospital, sanitarios y famacéuticos laicos contagiados en su trabajo, religiosos que no dudaron en acompañar a personas vulnerables portadoras del virus…
A Francisco no le basta con haber puesto a la Iglesia patas arriba. Su proyecto de reforma busca poner el globo terráqueo del revés. El Papa argentino se remanga para proponer un nuevo orden mundial. La nueva encíclica ‘Fratelli Tutti’, publicada en noviembre, se plantea como una enmienda total a un sistema que no solo está caduco y enfermo, sino que las patologías previas, que arrastra desde hace décadas, se ven ahora agravadas por la pandemia del coronavirus.
El 24 de octubre, Francisco recibió al presidente Pedro Sánchez. La inédita decisión del Papa de realizar una alocución pública ante el líder socialista dejaba entrever algunos detalles más que significativos. Sobre todo, teniendo en cuenta que no es habitual que tome la palabra ante un jefe de Estado o de Gobierno después de una cita privada.
Su vida dio un vuelco hace un año. El 30 de noviembre de 2019, John Bellocchio interponía una demanda contra la Archidiócesis de Newark por abusos sexuales. Lo hacía el primer día del plazo de dos años que el Estado de Nueva Jersey ha dado a las víctimas de abuso sexual para que puedan demandar a sus agresores. Dos días después, daba la cara ante los medios.
El ex cardenal Theodore McCarrick, siendo arzobispo de esa diócesis, abusó de él en 1995, cuando era monaguillo en la parroquia de San Francisco de Asís en Hackensack. Entonces, Bellocchio, con apenas 13 años, lo advirtió, pero el silencio cómplice que elevó a McCarrick hasta el cardenalato, una vez más, se impuso y este continuó en su palacio episcopal. Han pasado 25 años desde que la vida de Bellocchio cambiara para siempre.
La suya y la de otras muchas víctimas del ex purpurado, que se han tornado en una denuncia para evitar que tanto dolor se multiplique. Pero, a pesar de todo, el joven estadounidense sigue creyendo en Dios: “McCarrick me robó la fe en los hombres que dirigen la Iglesia, pero no mi fe católica”.
Los mártires de la Guerra Civil entran en la Ley de Memoria Democrática del Gobierno de Pedro Sánchez. El borrador, al que ha tenido acceso en exclusiva Vida Nueva, reconoce a “las personas que sufrieron persecución o violencia por creencias religiosas”. Por otro lado, el Valle de los Caídos se diluye y no va más allá de extinguir la Fundación de la Santa Cruz, por lo que los monjes benedictinos esperan un decreto.