Tras una experiencia previa en Chiapas (México), el misionero español José Luis González Miranda ha vuelto a Guatemala, donde ya había estado anteriormente. Este jesuita es párroco de San Antonio de Padua, una parroquia en la periferia de la Ciudad de Guatemala, y, al mismo tiempo, es el coordinador de la Red Jesuita con Migrantes a nivel nacional.
- DOCUMENTO: Texto íntegro de la encíclica ‘Fratelli Tutti’ del papa Francisco (PDF)
- LEE Y DESCARGA: ‘Un plan para resucitar’, la meditación del papa Francisco para Vida Nueva (PDF)
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
“En la parroquia –relata González Miranda– hemos aprendido cosas importantes en este año de pandemia. El confinamiento destruyó muchos puestos de trabajo formal, pero mucho más de trabajo informal, al prohibir la actividad de vendedores de calle, limpiabotas y toda esa labor de la que vive la mayor parte de la gente. Sin embargo, pudimos organizar un Comité de Emergencia y enlaces sectoriales en 23 departamentos de la parroquia para que estuvieran atentos a las familias más necesitadas, lo que hizo que desde abril hayamos dado alimento a unas 340 familias”.
Red de protección
“El objetivo –reitera– no era solo dar alimento, sino crear una red de protección entre los vecinos, intentando seguir un modelo mexicano que los jesuitas llevaron a cabo allí: Redes Vecinales de Solidaridad. Eso hizo que le diéramos importancia a escuchar a la gente, no solo darle las bolsas de alimentos. Se les citaba de modo que pudiéramos disponer de diez a quince minutos al menos con cada uno. Resulta que agradecen más la escucha que los alimentos. Por eso, para el próximo año, vamos a abrir la Pastoral de la escucha”.
En cuanto a su labor como coordinador de la Red Jesuita con Migrantes, “hemos visto que el confinamiento no ha logrado detener los flujos migratorios, bien sea individualmente o en caravanas. Los huracanes han dejado grandes áreas devastadas, donde aún un mes después no ha descendido el nivel del agua. La pérdida de viviendas, de cosechas y de puestos de trabajo ha agravado la situación que ya se vivía con el Covid. El Gobierno no ha logrado nada a pesar de que el Congreso le concedió al comienzo de la pandemia una capacidad de endeudamiento enorme que dejará al país durante muchos años dependiendo de estos préstamos”.
Colapso hospitalario
En esta situación llegó la Navidad. Y, además, en un muy mal momento con la pandemia: “Padecemos una subida de contagios y de notificación de colapso en los dos hospitales más importantes del país. La gente sigue enfermando y muriendo, pero no lo comunican por temor a ir a morirse a esos hospitales, lejos de sus familiares. Con lo cual el contagio aumenta”.
Eso sí, como recalca este jesuita, “la esperanza no la perdemos, pues estos días las lecturas nos dicen que ‘para Dios no hay nada imposible’”.