La Iglesia colombiana recibe con esperanza 2021. Son muchos los desafíos que se presentan por causa de las secuelas de la pandemia, con sus inminentes rebrotes. Un panorama que amenaza con abrir más las brechas sociales existentes, pero con corazón y manos dispuestos a vivir la solidaridad.
Vida Nueva ha consultado a laicos, religiosas, diáconos, sacerdotes y obispos sobre lo que esperan para Colombia durante este nuevo año. Ellos y ellas son el rostro de una Iglesia que camina en favor de los excluidos y estos son sus deseos.
Por supuesto ha invitado a todos asumir “las lecciones que nos ha dejado esta emergencia sanitaria para derrotar las pandemias sociales que tanto nos agobian” y sobre todo que “nos mantengamos solidarios, unidos y reconciliados” en todas las regiones.
El nuevo obispo, en lo personal, ha pedido “al Señor su gracia para guiar la Diócesis de Santa Rosa de Osos, con el propósito de avanzar en el plan pastoral, respondiendo a los desafíos de hoy que son tantos”.
Pide que haya discernimiento en la vivencia de la vocación misionera como también “trabajar por la fraternidad, el diálogo y la amistad social” en un país donde la paz pende de un hilo.
Ha animado al pueblo colombiano “a redescubrir el amor conyugal y familiar” y, especialmente, a los hombres los ha invitado a “cultivar la valentía creativa de san José”
Para la religiosa de las hermanas Capuchinas de la Madre Rubatto, el nuevo año 2021 debe ser para “seguir luchando por un mundo en el que la fraternidad/sororidad se haga realidad, para que todas/os nos sintamos parte del sistema socio-político-económico que tanto excluye a un porcentaje altísimo de hermanas y hermanos, recluyéndolos a vivir con menos de lo mínimo”.
Hace votos para que los científicos encuentren soluciones viables frente a la pandemia y pide que las promesas de cambio de la experiencia vivida en este año que acaba “no queden en lindas frases, sino que cobre expresividad en gestos de solidaridad y compromiso”.
El religioso apuesta para este 2021 por espacios de diálogo “en medio de los conflictos y confrontaciones que nos desbordan. La violencia tiene que acabar y para ello se necesita inversión social sobre todo en las zonas marginadas”.
“Como vida religiosa sigamos siendo fieles a los llamados que el papa Francisco nos hace para la consolidación de un mundo más fraterno y una sociedad más igualitaria”, acotó.
“Espero que podamos comprometernos desde nuestra fe y la caridad en Jesucristo por reconstruir todo el sufrimiento de este tiempo”, ha indicado.
Además invita a generar “con nueva decisión la fraternidad entre todos como camino y meta” y “vivir sin distracción la opción por los excluidos y buscar caminos de liberación para todos” acompañando “con la vida y el testimonio al papa Francisco en la dimensión sinodal”.
En una Colombia con acuerdos de paz en veremos, el sacerdote anhela que en 2021 “se tracen claramente políticas que ayuden a encontrar salidas para los desequilibrios y enormes inequidades que quedan después de las consecuencias sociales y económicas de la pandemia”.
Para el mundo en 2021 desea el fortalecimiento de la democracia y la participación, donde “la espiritualidad del encuentro con Dios y con los hermanos sea clave para construir fraternidad, respeto por la dignidad humana y acercamiento a la presencia misericordiosa de Dios”.
Su balance sobre 2020 ha sido poco alentador “marcado por la muerte de casi dos millones de víctimas del coronavirus y de tantas, tantísimas, víctimas de violencia política, social, sexual o racial”, aunque sin abrazos y en la distancia, las tecnologías han permitido acercarnos.
“Yo espero que podamos superar esta pandemia y que las familias puedan convertir su pena en esperanza y fortaleza para seguir adelante” y “espero que la experiencia vivida en estos tiempos de pandemia cambie nuestros corazones para lograr la paz y la justicia necesarias para la convivencia”.
“Esa mirada compasiva y misericordiosa hacia los otros, el compartir lo que somos y tenemos, la conciencia del valor y de la dignidad de las personas, y el situarnos del lado de los empobrecidos y de las víctimas de la violencia y de la injusticia”, ha dicho.
“Para el 2021 espero un año lleno de sueños, metas cumplidas para nuestros jóvenes, misiones realizadas llevando amor y esperanza, paz en los hogares y las naciones, salud para todos y en los rostros de nuestros niños una sonrisa que nos diga que cada día será mejor”, ha expresado.
Por ello en este 2021 fray Ñero tan solo desea justicia, en una Colombia donde la pobreza y miseria crecen de manera exponencial. Un problema estructural que agravó el coronavirus.
En este tenor pide mayores acciones en favor de los descartados por la sociedad, tan solo basta “una mirada humanizada para dar los primeros pasos para transformar a este país donde impere la verdad y la justicia”.
“Precisamente juego con la letra c y lo digo porque pienso que 2021 va ser complicado, creo que se prolonga el cambio de calendario, pero no cambian las circunstancias estructurales de las pandemias que atacan nuestra civilización y ante eso hay dos posiciones, una de madurez y otra de sentimientos egoístas”, comentó.
Frente a este dilema, la mejor fórmula es el discernimiento con un compromiso de cambio coherente en la cotidianidad.