La 43ª edición del Encuentro Europeo de Jóvenes que la Comunidad de Taizé realiza cada año en una ciudad del continente también se ha visto sacudida por la pandemia del Covid-19 que azota al mundo entero. Así, por primera vez en más de cuatro décadas, la llamada Peregrinación de Confianza a través de la Tierra se ha tenido que celebrar on-line, sin la presencia física de jóvenes.
Celebrado del 27 de diciembre al 1 de enero, la sede del encuentro fue la propia localidad gala de Taizé, corriendo el turno de Turín, cuidad inicial designada para albergar la cita, a la Navidad de este 2021 recién nacido.
En su mensaje final, el prior de la comunidad ecuménica, el hermano Alois Löser, anima a los jóvenes europeos a estar “atentos a los signos de esperanza” y a “resistir al desencanto” en un momento de máxima dificultad e inestabilidad, cuando más urgen los “apoyos fiables” y en el que uno puede llegar a preguntarse: “¿Para qué metas vale la pena vivir?”.
“En la actual situación marcada por la pandemia –prosigue el religioso–, asistimos a un avance de la precariedad en vastas regiones del mundo. Son necesarias decisiones políticas valientes, pero la solidaridad y la amistad social que cada uno podemos vivir son igualmente indispensables. Muchos están dispuestos a ponerse al servicio de otros. Su generosidad nos recuerda que la ayuda mutua abre un camino de futuro”.
“Vemos brotar –asegura– múltiples iniciativas que, sin aportar todas las respuestas a la emergencia climática, permiten avanzar ya hacia modos de vida más respetuosos con el medio ambiente”. Además del reto ecológico, el representante de Taizé apunta que “nos hemos vuelto más conscientes de las estructuras de injusticia, a menudo heredadas de la historia”. Si bien es cierto que, “ante tales abusos, la frustración y la ira son comprensibles”, el camino a seguir es del de “la audacia de ser artesano de justicia y paz, más allá de las divisiones que socavan nuestras sociedades”.
De ahí que el alegato del hermano Alois sea claro: “Reunámonos con aquellas y aquellos que han hecho opciones de vida diferentes, con cristianos de otras confesiones, con creyentes de otras religiones, con personas agnósticas o ateas que estén también comprometidas con la fraternidad y el compartir”. Y es que “la alegría se renueva cuando vivimos la fraternidad, cuando nos acercamos a los más desprovistos: personas sin hogar, ancianas, enfermas o solas, niños en dificultad, personas con discapacidades, migrantes…”.
“Las circunstancias de la vida –concluye– pueden hacernos a todos vulnerables. Y la pandemia está exponiendo las fragilidades de nuestra humanidad. (…) En las relaciones tanto entre las personas como entre los pueblos, hagamos todo lo posible para pasar de la competición a la cooperación. Sostengamos los organismos o asociaciones que promueven la cooperación y la solidaridad, tanto a nivel local como nacional e internacional”. Porque, “más que nunca, nos necesitamos unos a otros”.
Diferentes líderes políticos y religiosos enviaron en la apertura sus saludos al encuentro de Taizé. Entre ellos, los representantes del Patriarcado de Constantinopla, el Patriarcado de Moscú o la Iglesia anglicana. El papa Francisco, a través de un mensaje firmado por el Secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin, se hizo presente en esta importante cita anual y llamó a “tener esperanza en los buenos y en los malos tiempos”.
“No estéis –clamó el Pontífice– entre los que siembran la desesperación y despiertan una desconfianza constante; esto neutralizaría la fuerza de la esperanza que nos ofrece el Espíritu de Cristo Resucitado. (…) Al contrario, dejad que os llene esta esperanza; os dará el valor de seguir a Cristo y de trabajar juntos con y para los más necesitados, especialmente los que tienen dificultades para enfrentarse a las dificultades de la época actual”.