Tras la celebración de la eucaristía en la Basílica de San Pedro, el papa Francisco ha presidido en este día de la Epifanía del Señor el rezo del ángelus desde la Biblioteca del Palacio Apostólico. Una ocasión en la que el Papa ha felicitado la Navidad a las iglesias orientales, ya que se celebra el día 7. También ha recordado que en algunos lugares se celebra la jornada de la Infancia Misionera.
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El pontífice aprovechó la ocasión para recordar la situación de la República Centroafricana que acaba de celebrar elecciones, por lo que invitó al entendimiento y “dejar de lado cualquier forma de violencia” y de tensión. El pontífice ha destacado que el pueblo, con su participación en los comicios, ha reiterado que quiere continuar por las sendas de la paz.
La luz de la Navidad
“La Epifanía no es otro misterio, es siempre el mismo acontecimiento que la Natividad, pero visto en su dimensión de luz: luz que ilumina a cada persona, luz que hay que acoger en la fe y luz que hay que llevar a los demás en la caridad, en el testimonio, en el anuncio del Evangelio”, ha señalado el papa Francisco al presentar la solemnidad de este 6 de enero.
Comentando las lecturas de la liturgia del día, el Para ha destacado que hoy “la oscuridad está presente y es amenazante en la vida de cada persona y en la historia de la humanidad, pero la luz de Dios es más poderosa. Se trata de darle la bienvenida para que brille para todos”. “Esta luz es el Niño de Belén, es Jesús, aunque su realeza no sea aceptada por todos. Es la estrella que apareció en el horizonte, el Mesías esperado, Aquel a través del cual Dios lleva a cabo su reino de amor, justicia y paz. No sólo ha nacido para algunos, sino para todos los hombres, para todos los pueblos”.
Una luz que, prosiguió, so se transmite “a través de los poderosos medios de los imperios de este mundo, que siempre buscan ganar el dominio sobre él” sino “a través de la proclamación del Evangelio” gracias a “la encarnación, es decir, acercarse al otro, conocerlo, asumir su realidad. Sólo así la luz de Dios, que es Amor, puede brillar en aquellos que la acogen y atraen a los demás. Cristo es la estrella, pero también nosotros podemos y debemos serlo, para nuestros hermanos y hermanas, como testigos de los tesoros de bondad y de la infinita misericordia que el Redentor ofrece libremente a todos”, insistió pidiendo ir más allá de las palabras o el proselitismo, pasando al testimonio incluso al martirio.
“Nosotros, como los Reyes Magos, estamos llamados a dejarnos fascinar, atraer, guiar, iluminar y convertir siempre por Cristo: es el camino de la fe, a través de la oración y la contemplación de las obras de Dios, lo que nos llena continuamente de alegría y de un asombro siempre nuevo que es el primer paso siempre para ir adelante con esta luz”, concluyó el Papa antes de la oración mariana.