Pizzaballa carga contra el clericalismo y reclama a los laicos que huyan del “haz lo que quiere el sacerdote”

El administrador apostólico de Tierra Santa, Pierbattista Pizzaballa, en Belén durante la

Aunque varios días después de tener lugar, el 1 de enero en la Co-Catedral del Patriarcado Latino en Jerusalén, ha sido ahora cuando, tras ser difundida por la agencia CNA, ha despertado un gran eco la homilía pronunciada por el patriarca latino de Jerusalén, Pierbattista Pizzaballa, quien, para sorpresa de todos en una ceremonia de este tipo (en el corazón del cristianismo y en la solemnidad de María, Madre de Dios), dedicó buena parte de su prédica a cargar contra el clericalismo, denunciando que es “muy evidente” en Tierra Santa.



“No es ningún secreto –clamó el franciscano– que existe una cierta distancia entre el clero y los laicos, y esto ciertamente no es único en nuestra Iglesia. Es un tema común para muchas Iglesias en el mundo ”.

Colaboración adulterada

A su juicio, “la colaboración entre sacerdotes y laicos a menudo se malinterpreta y termina convirtiéndose en: ‘Simplemente, haz lo que quiere el sacerdote’”. Algo que achaca, en buena parte, a los propios seglares, incapaces de hacer valer su posición en el día a día comunitario: “Es difícil encontrar laicos formados, comprometidos y dispuestos a hacer una contribución positiva a la comunidad. Es una barrera real que debe tenerse en cuenta, especialmente pensando en la generación futura, que quieren ser los líderes en la vida de la Iglesia y no solo ejecutores de órdenes y directivas”.

Sobre la siempre compleja situación en Tierra Santa, Pizzaballa reconoció que “es difícil hablar de paz cuando a nuestro alrededor experimentamos exactamente lo contrario”. Si rehuir aquí tampoco de la autocrítica, apuntó que “también podemos detenernos y reflexionar sobre las barreras que a veces, sin saberlo, erigimos dentro de nosotros mismos, entre nosotros”.

Identidad plural

En este sentido, defendió como un tesoro a preservar las distintas tradiciones que nutren a los cristianos de Tierra Santa: “Las identidades nacionales son en sí mismas un elemento positivo y necesario y nadie cuestiona eso. Pero, así como hay identidades nacionales, también hay identidad eclesial, que va más allá de ellas. No hay cuatro Iglesias, sino una sola Iglesia, que tiene diferentes historias e identidades dentro de ella. Todas las diferentes identidades se combinan para construir una identidad plural, multiforme, abierta y no monocromática de una Iglesia que no es absorbida por conflictos de identidad ”.

“No podemos –concluyó– vivir sin amor, y el amor del que tenemos que partir es el amor de Aquel que dio su vida por nosotros y nuestra salvación. Este será el camino que nos espera”.

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