La UISG celebra la reforma de los ministerios laicales del papa Francisco porque “refuerza la comunión”

“¡Gracias Santo Padre! Expresamos nuestro agradecimiento al papa Francisco por el Motu Proprio ‘Spiritus Domini’, y a todos los que han contribuido en el estudio y la investigación para este nuevo paso que ve la participación ministerial de las mujeres en la Iglesia”. Así ha acogido la Unión Internacional de Superioras Generales (UISG) la reforma del Código de Derecho Canónico con la que Francisco pretende dar un mayor protagonismo a la mujer en la Iglesia.



Y es que, a partir de este momento, el Derecho Canónico reconoce que las mujeres pueden ejercer los ministerios de acólito y lector. Es decir, pueden administrar la eucaristía y leer las Palabra. Algo que, tal como señala la UISG, ya ocurre “en muchos lugares”, especialmente por “mujeres consagradas” que, “según las directrices de los obispos, llevan a cabo diversos ministerios pastorales que responden a las necesidades de la evangelización”.

Sin embargo, esta decisión de Francisco es el reconocimiento, negro sobre blanco, de esta realidad de la Iglesia. “el Motu Proprio, con su carácter universal, es una confirmación del camino de la Iglesia en el reconocimiento del servicio”, celebran las religiosas.

Relación mutua

“Nos complace leer que el título del Motu Proprio es Spiritus Domini. Como dice el Santo Padre en la carta dirigida al Cardenal Ladaria, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, la decisión de que no sólo hombres sino también mujeres puedan ser instituidas lectores o acólitos es un signo y una respuesta al ‘dinamismo que caracteriza la naturaleza de la Iglesia’, un dinamismo propio del Espíritu Santo que desafía constantemente a la Iglesia en obediencia a la Revelación y a la realidad”, explica la UISG.

De hecho, el poder contribuir a la misión de la Iglesia, compartiendo los ministerios, “nos ayudará a entender, como dice el Santo Padre en la carta, que en esta misión ‘se ordenan, el uno al otro’, ministros ordenados y no ordenados, hombres y mujeres, en una relación mutua. Esto refuerza el testimonio evangélico de la comunión”.

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