“La nueva Encíclica del papa Francisco, ‘Fratelli Tutti’, se dirige directamente a las alegrías y esperanzas, las penas y las angustias de los migrantes, los refugiados y todas las personas desplazadas y marginadas. El corazón de la Encíclica es un llamado a una mayor hermandad y amistad social entre todos los pueblos y naciones”. Así lo ha escrito el cardenal Michael Czerny, subsecretario de la Sección de Migrantes del Dicasterio para el Servicio de Desarrollo Humano Integral, en el recién creado blog de la Comisión Católica Internacional de Migración (ICMC), recogido por Vatican News.
El texto del cardenal, titulado ‘Fratelli Tutti y la llaga de los desplazados’, retoma los pasajes clave del documento, subrayando la necesidad de trabajar por “una fraternidad abierta, que permita reconocer, apreciar y amar a cada persona más allá de la proximidad física, más allá del lugar del mundo en el que nació o en el que vive”.
Así, el purpurado apunta distintas formas de “abrir las puertas” a aquellos que han huido de las crisis humanitarias y se han visto obligados a migrar, como aumentar y simplificar la concesión de visados, adoptar programas de patrocinio privado y comunitario, abrir corredores humanitarios para los refugiados más vulnerables y ofrecer una vivienda adecuada y decente.
Para Czerny es imprescindible “garantizar la seguridad personal, el acceso a los servicios esenciales y la justicia, a la vez que se les ofrece libertad de movimiento, la oportunidad de trabajar; proteger a los menores y asegurar su acceso regular a la educación”.
“Fratelli tutti”, asevera el cardenal, “afirma claramente que los estados individuales, actuando por su cuenta, no pueden adoptar soluciones adecuadas”, señalando que en la encíclica se anima a hacer “un esfuerzo concertado a nivel mundial, como el Pacto Mundial para la Migración Segura, Ordenada y Regular, celebrado en 2018, porque las respuestas sólo pueden ser el resultado de un trabajo conjunto, que dé lugar a una legislación (gobernanza) mundial para la migración”.