“No hay duda de que si se implementa de manera adecuada y buena, representa un progreso masivo”. Con estas palabras respaldaba el cardenal australiano George Pell, ex alto funcionario del Vaticano en asuntos financieros, la decisión del papa Francisco de transferir el control de las finanzas del Vaticano de la Secretaría de Estado a la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica (APSA), así como del refuerzo del papel supervisor de la Secretaría de Economía de la Santa Sede.
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Para Pell, estas reformas son “una señal de progreso” que requiere, además, “la participación de laicos competentes”. Así lo expresó durante un encuentro virtual titulado ‘Creación de una cultura de transparencia en la Iglesia católica’, que formaba parte de una serie de seminarios web organizados por el Instituto Global de Gestión de la Iglesia con la ayuda del Programa de Gestión de la Iglesia en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz.
En sus declaraciones, recogidas por Crux, el purpurado subrayó la necesidad de transparencia en los asuntos económicos del Vaticano, ya que esta es “el resultado natural de fomentar una cultura de honestidad y servicio por el bien de la comunidad”. Diametralmente lo opuesto a los escándalos pasados y presentes, ya que, para el cardenal, si medidas como las de Francisco se hubieran impulsado hace años “muchos de los problemas actuales, especialmente los de Londres, podrían no haberse evitado, pero ciertamente se habrían reconocido antes”.
El papel de los laicos
Al hablar de Londres el cardenal se refería a las inversiones que dieron lugar, hace unos meses, al escándalo conocido como ‘Vatileaks 3’, y que compete a la compra de un antiguo almacén de Harrod’s, programado para convertirse en apartamentos de lujo con fondos del Óbolo de San Pedro. “La transparencia significa que dejamos que la luz entre en estas cosas, y si hay un lío es bueno saberlo”, aseveró.
Por otra parte, Pell se mostró totalmente a favor de dar a los laicos un papel más importante en la gestión no solo del Vaticano, sino también de las diócesis. “Los obispos”, dijo, “deberían tener un comité financiero y deberían consultarlo periódicamente, sin dejar de mantener la libertad de no aceptar sus recomendaciones, siempre que dé una explicación detallada de por qué no”.
En su opinión, la “gran mayoría” de estos consejos o comités deben estar compuestos por laicos, “y deben ser altamente competentes y expertos en todos los niveles”. Y es que, según el cardenal, “si tienes todo un cuerpo de expertos, debería ser muy raro que no sigas sus consejos, y si de vez en cuando no puedes, un obispo tendría que explicar en secuencia muy significativa detalle por qué no está haciendo eso”.