Llegó al Vaticano en 1991 y fue la responsable, en 1995, del primer mensaje de Navidad que la Santa Sede publicaba en internet. La religiosa Judith Zoebelein ha revelado, en una entrevista con Katholisch, como fue una parte fundamental del desarrollo del sitio web del Vaticano, sumando así a la Iglesia a la gran revolución del siglo XX.
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Para ello, estuvo rodeada de “tres arcángeles: el ordenador Rafael, con el que se gestionaba el contenido; el firewall Miguel; y Gabriel, el servidor para los correos electrónicos. Y, todo ello, porque el cardenal Rosalio Castillo Lara, entonces prefecto de la Administración de Bienes de la Sede Apostólica, llevó a esta religiosa al Vaticano para cuidar los ordenadores.
“En ese momento los primeros PC empezaron a aparecer en las distintas oficinas del Vaticano, y el cardenal Lara quería asegurarse de que existía cierta coordinación y estándares uniformes”, explica. “Ese fue mi primer trabajo en el Vaticano. Luego, en 1994, comenzó internet, especialmente con el correo electrónico”. Sin embargo, “pocos empleados del Vaticano estaban interesados” en la web. Pero, entre ellos, estaba el español Joaquín Navarro-Valls, encargado de prensa del Vaticano.
Sopa de pollo para el Papa
“Nos reunimos a menudo y pensamos en lo que podríamos hacer: ¿no sería genial si se pudiera encontrar el Vaticano en línea?, nos preguntábamos”, dice. Navarro-Valls llevó esta sugerencia al papa Juan Pablo II, quien, para Zoebelein, “fue un gran visionario”, ya que estuvo de acuerdo “inmediatamente”. Así, en la Navidad de 1995, se puso en marcha la primera página web del Vaticano. “En realidad, era solo una página, una imagen, un discurso del Papa. Y desde entonces, las páginas se han multiplicado”.
Además, la religiosa relata una pequeña anécdota: poco después de poner en marcha la web del Vaticano, se supo que Juan Pablo II había cogido la gripe. “Se recibieron miles de correos electrónicos con personas que enviaban al Papa su receta de sopa de pollo y otros consejos y remedios caseros para ayudarlo a recuperarse”, asegura.
“Me pareció muy conmovedor, porque el Papa siempre había sido una persona misteriosa, intocable, distante. Luego vino internet, y de repente él era alguien que parecía mucho más accesible. La gente le escribía como si estuvieran sentados en la sala de estar con él”, añade.