La Iglesia italiana respalda mayoritariamente la continuidad del primer ministro Giuseppe Conte, que acude hoy y mañana a la Cámara de los Diputados y al Senado para someterse a una moción de confianza. La coalición que sostiene al Ejecutivo necesita sumar nuevos apoyos en el Parlamento después de quedar en minoría la semana pasada, cuando dimitieron las dos ministras del pequeño partido Italia Viva, la fuerza política de Matteo Renzi.
“Son horas de gran incertidumbre en nuestro país”, comentó el cardenal Gualtiero Bassetti, arzobispo de Perugia-Città della Pieve y presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, que apoyó los intentos de Conte para lograr que algunos parlamentarios de la oposición apoyen la continuidad del Gobierno, evitando así la convocatoria de elecciones anticipadas. A esos diputados y senadores se les ha bautizado en Italia como “constructores”.
“Me parecen muy estimulantes las palabras pronunciadas por el presidente de la República, Sergio Mattarella, en su mensaje de fin de año: ‘No vivimos en una paréntesis de la historia. Este es el tiempo de los constructores’. Añado yo: ¡este es también tiempo de esperanza! Nos esperan meses difíciles en los que reconstruir nuestra comunidad”, dijo Bassetti.
Giancarlo Bregantini, arzobispo de Campobasso-Bojano, fue más allá al criticar abiertamente a Renzi por abrir esta crisis política en medio de la pandemia. “Estoy decepcionado con sus decisiones, consideradas por la gente incomprensibles e irresponsables”, comentó en una entrevista con La Stampa. “Su estrategia me deja perplejo: no era el momento de provocar una ruptura, sino de debatir todavía más para encontrar todos juntos soluciones y respuestas a los dramas sanitarios y sociales agravados por el coronavirus”.
El arzobispo de Campobasso-Bojano hizo igualmente un llamamiento al “sentido de responsabilidad de los ‘constructores’” en el Parlamento para que salvaran al Gobierno de Conte y se mostró incluso favorable al nacimiento de un “partido de vocación católica”. Sería una suerte de reinvención de la Democracia Cristiana, formación protagonista de la política italiana durante la segunda mitad del siglo XX y desaparecida por el escándalo de corrupción del caso Tangentopoli.
El primer ministro Conte, católico practicante y con buena relación con el Vaticano a través del cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado, podría ser para Bregantini el aglutinador de esa nueva fuerza política. “En la primera fase podría ayudar a federar las fuerzas, luego si el movimiento se constituye podrán nacer nuevos líderes”, comentó el arzobispo, para el que Italia necesita unir “la sensibilidad, cultura, competencias y activismo favorables a una formación de centro, ligada a los valores cristianos, que sepa proyectarse hacia el futuro basándose ante todo en la doctrina social de la Iglesia”.