Este martes 19 de enero se ha presentado el informe ‘Jóvenes españoles 2021. Ser joven en tiempos de pandemia’, una investigación coordinada por Paloma Fontcuberta para la Fundación SM y el Observatorio de la Juventud en Iberoamérica y destinada a vislumbrar la realidad tal y como la perciben los jóvenes de entre 15 y 29 años. El que ya es el noveno estudio sobre la juventud de la Fundación SM, obviamente, está marcado por un contexto sanitario, social y económico golpeado por la pandemia de COVID-19 que azota al mundo desde hace un año.
- DOCUMENTO: Texto íntegro de la encíclica ‘Fratelli Tutti’ del papa Francisco (PDF)
- LEE Y DESCARGA: ‘Un plan para resucitar’, la meditación del papa Francisco para Vida Nueva (PDF)
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
En el capítulo destinado a ‘Valores finales, ecológicos y democráticos, autopercepción y espiritualidad’, a cargo del sociólogo Juan M. González-Anleo, se apunta que está surgiendo ya “una cuarta ola de secularización”, pasando los jóvenes que se declaran católicos (incluidos los no practicantes) de un 40,4% a un 31,6%. Y en solo cuatro años, pues el estudio se ha completado a inicios de 2020 y el anterior se publicó en 2016.
Una clara minoría
Teniendo en cuenta que en el informe previo a este, el de 2010, eran un 53,5% los jóvenes que se decían católicos, la caída es de más de 20 puntos en una década. Aún más, “si eliminamos de la suma total a los católicos no practicantes, dada su ínfima conexión real tanto con la religión como, sin duda, con la Iglesia católica, el monto total de católicos practicantes en mayor o menor medida quedaría en un 17,6 %”.
Con el fin de contextualizar la situación, se acude a los anteriores informes de una serie que empezó en 1994 y se explica que la primera oleada de secularización “se inició en la época del anticlericalismo del siglo XIX y se desarrolló hasta la Guerra Civil española, como una reacción contra la Iglesia y la religión caracterizada por el anticlericalismo o laicismo agresivo”. La segunda oleada, “surgida en los años sesenta, que se caracterizó por un fuerte proceso de pérdida de interés con respecto a la religión derivado de la expansión del consumo”. La tercera, “marcada por la lejanía en relación con la religión y la Iglesia, conllevó, incluso, una ‘extirpación’ de las raíces religiosas de la cultura”.
“Polarización” espiritual
En este sentido, se apunta a que, actualmente, está tomando fuerza una “polarización” espiritual entre nuestros jóvenes. No tanto por un aumento del índice de los ateos, que solo pasa de un 23,7% a un 25,2%, sino por lo que ha ido menguando la posición de los que se declaran indiferentes, que hoy está en un 8,5%. Algo significativo, pues, cuando se iniciaron estos estudios, en 1984, eran un 19% los que así se reconocían. También ha crecido el número de agnósticos, que son un 18,6%, mientras que en 2016 estaban en un 13,6%. Además, hay otro dato llamativo: un 49,8% de los jóvenes que se definen como católicos practicantes reconocen que la religión no es “nada importante” para ellos.
En contrate con informes anteriores, las mujeres superan ya a los hombres en esta opinión. Algo que también tiene su eco en el otro extremo de la balanza: por primera vez en la historia de los estudios de la Fundación SM, ya son más los chicos que se declaran católicos practicantes (8,3%) que las chicas (3,4%).
Ecológicos y con compromiso social
Más allá de la religión, otros datos a resaltar son que, en cuanto a prioridades, un 81% consideran importante la salud; un 74%, la familia; y un 68%, la educación. Son una generación especialmente interesada en la igualdad de género, la igualdad social y el mediambiente, considerando aquí un 80% que la protección del medio ambiente debe ser una prioridad; mientras que solo un 8% se declaran negacionistas climáticos.
Un 66% quiere vivir en una sociedad diversa y se valora especialmente a los colectivos que protegen a los colectivos desfavorecidos. En detrimento de la clase política, poco apreciada. Así, un 71% lamenta que sus inquietudes no sean tenidas en cuenta por los políticos. En cambio, creen que Internet ha facilitado su participación política y el 39% se consideran activistas digitales. Otro 40%, llamativamente, reconocen que tienen más libertad de la que deberían.
Contra los bulos
En este tiempo de bulos, están alerta ante la desinformación, buscando verificar las noticias, indagando en contenidos considerados fiables e informándose a través de las redes sociales. A un 73% le gusta leer, y se prefiere hacerlo en papel. Finalmente, un 46% cree que tendrá una vida mejor que la de sus padres… Pero son conscientes de que será difícil conseguir una vivienda adecuada y tener autosuficiencia económica.