Este 18 de enero, soldados y policías de Guatemala disolvieron la caravana migrante que intentaba llegar a Estados Unidos.
Según información de los medios de comunicación, de los aproximadamente seis mil, la mayoría eran hondureños que desde el día 15 ingresaron a Guatemala.
Luego de enfrentamientos registrados entre los migrantes y los elementos de seguridad, casi todos los migrantes aceptaron ser regresados a su país en autobuses del gobierno de Guatemala, salvo pequeños grupos que decidieron continuar su trayecto rumbo a Estados Unidos.
En ese contexto, este 19 de enero, el presidente del Secretariado Episcopal de América Central (SEDAC), el arzobispo José Luis Escobar Alas, así como el secretario general del organismo, cardenal Gregorio Rosa Chávez, se pronunciaron a este respecto.
Pidieron que no se vulneren los derechos humanos de los migrantes “y que haya una actitud profundamente humanitaria hacia los mismos, independientemente de su situación migratoria”.
De igual modo, solicitaron a los Estados involucrados respetar el Derecho de Acceso al Territorio y “la no devolución de todas aquellas personas que tienen una necesidad especial de protección internacional. Asimismo, instaron a que se respete la unidad familiar”.
En nombre de los obispos de América Central, reafirmaron su compromiso cristiano en favor de las personas que se movilizan en las caravanas de migrantes… Estamos atentos a este y queremos servir a los hermanos migrantes desde nuestras posibilidades”.
Dijeron reconocer y respetar el legítimo derecho a la soberanía de los países involucrados en el tránsito de los migrantes; no obstante, “ante las eventuales situaciones de hechos de violencia, hacemos un llamado urgente a las instituciones garantes y fiscalizadoras del cumplimiento y respeto de los derechos humanos y de las garantías constitucionales, a que se mantengan en total alerta y en monitoreo constante para defender a las personas, especialmente a las mujeres y los niños”.
Por otro lado, instaron a los gobiernos de la región y a México a trabajar de manera conjunta, integral y humana la realidad migratoria regional, ya que “no es asunto de un solo país”.
“De nuevo lo recordamos: hay que atacar las causas estructurales que originan la migración”, añadieron.
Exhortaron a las autoridades respectivas a garantizar la seguridad de las personas migrantes que transitan en los países, impidiendo que sean víctimas del crimen organizado y la delincuencia común.
Hicieron un llamado a los gobiernos de la región a desarrollar políticas que efectivamente brinden oportunidades de superación a todos, “principalmente de estudio para los jóvenes y trabajo para los adultos; para que no se vean obligados a dejar su propio país, poniendo en tan alto riesgo sus vidas”.
Finalmente reiteraron su respaldo y gratitud a todas aquellas personas y organismos de la Iglesia que en primera fila brindan la atención humanitaria. “Ese es el ejemplo del Buen Samaritano pedido por el Señor Jesús. Pedimos a Dios, por intercesión de Santa María de Guadalupe, proteja a nuestros hermanos migrantes y bendiga a todos los que les ayudan”.