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El cardenal Cupich acusa al presidente de los obispos estadounidenses de publicar una carta crítica contra Biden sin consultar





“La Conferencia Episcopal de Estados Unidos ha publicado hoy una desafortunada declaración en el día de la investidura del presidente. Además del hecho de que no parece haber precedente, la declaración, crítica con Biden, ha sido como una sorpresa para muchos obispos que la recibieron horas antes de que se publicase. La declaración fue elaborada sin la participación del Comité Administrativo, un consejo colegiado que es el cauce normal para declaraciones que representan y disfrutan del respaldo reflexivo de los obispos norteamericanos”. De esta manera se ha despachado el cardenal arzobispo de Chicago, Blase J. Cupich, en su cuenta de Twitter tras hacerse publica la carta firmada como presidente de la USCCB por el arzobispo de Los Ángeles, José H. Gómez.



En un total de cuatro ‘tweets’, el purpurado estadounidense admitía que “hay que revisar los fallos institucionales implicados, y espero contribuir con todos los esfuerzos dirigidos a tal fin, de modo que, inspirados por el Evangelio, podamos construir la unidad de la Iglesia y, juntos, emprender la obra de sanar nuestra nación en este momento de crisis”.

Pero, ¿qué ha enfadado tanto al cardenal Cupich para que diga publicamente que no es una carta consensuada? Gómez comienza su escrito explicando que reza para que Dios conceda a Biden “sabiduría y valor para liderar a esta gran nación y para que le ayude a superar los retos de estos tiempos, a curar las heridas causadas por esta pandemia, a aliviar nuestras intensas divisiones políticas y culturales y a unificar a las personas con una renovada dedicación a los propósitos que motivaron la fundación de Estados Unidos, una nación bajo Dios y comprometida con la libertad y la igualdad para todos”.

Tras esta introducción, dedica cinco de los 18 párrafos de su misiva a ahondar en la gran diferencia entre los obispos y el presidente Biden: el aborto. “Como pastores, los obispos de la nación tienen el deber de proclamar el Evangelio en toda su verdad y poder, a tiempo y a destiempo, incluso cuando esa enseñanza sea inconveniente o cuando las verdades del Evangelio sean contrarias a las direcciones de la sociedad y la cultura en general. Debo señalar que nuestro nuevo presidente se ha comprometido a seguir ciertas políticas que promoverían los males morales y amenazarían la vida y la dignidad humanas, más seriamente en las áreas del aborto, la anticoncepción, el matrimonio y el género. Es motivo de profunda preocupación la libertad de la Iglesia y la libertad de los creyentes para vivir de acuerdo con sus conciencias”, argumenta Gómez.

El primer presidente de origen latino del Episcopado estadounidense señala también que “nuestros compromisos en aspectos sobre la sexualidad humana y la familia, al igual que nuestros compromisos en todas las demás áreas, como la abolición de la pena de muerte o la búsqueda de un sistema de salud y una economía que realmente sirva a la persona humana, están guiados por el gran mandamiento de Cristo de amar y solidarizarnos con nuestros hermanos y hermanas, especialmente con los más vulnerables”.

El aborto, “prioridad preeminente”

Para los obispos, según la carta firmada por Gómez, “la continua injusticia del aborto sigue siendo la ‘prioridad preeminente’. Aunque preeminente no significa ‘única’. Tenemos una profunda preocupación por las muchas amenazas a la vida y la dignidad humanas en nuestra sociedad”.

En la misma línea, agrega que “el aborto es un ataque directo a la vida que también lastima a la mujer y socava a la familia. No es solo un asunto privado, ello genera problemáticas situaciones en aspectos fundamentales como la fraternidad, la solidaridad y la inclusión en la comunidad humana. También es una cuestión de justicia social. No podemos ignorar la realidad de que las tasas de aborto son mucho más altas entre los pobres y minorías, y que el procedimiento se usa regularmente para eliminar a los niños que nacerían con discapacidades”.

Asimismo, el arzobispo de Los Ángeles indica que, “en lugar de imponer más expansiones del aborto y la anticoncepción, como ha prometido, tengo la esperanza de que el nuevo presidente y su administración trabajarán con la Iglesia y otras personas de buena voluntad”. “Mi esperanza es que podamos iniciar un diálogo para tratar los complicados factores culturales y económicos que motivan el aborto y desaniman a las familias. Mi esperanza es igualmente que trabajemos juntos para poner finalmente en práctica una política familiar coherente en este país que reconozca la importancia crucial de los matrimonios y crianza sólidos para el bienestar de los niños y la estabilidad de las comunidades”, subraya.

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