En el proceso sinodal que está viviendo Alemania, los laicos no son unos meros convidados de piedra sino que participan con voz y voto. Y por todo ello vela Thomas Sternberg, presidente del Comité Central de Católicos Alemanes (ZdK, por sus siglas en alemán). El propio profesor Sternberg forma parte de la presidencia del Camino Sinodal junto al presidente y al vicepresidente de la Conferencia Episcopal –Georg Bätzing y Franz-Josef Bode, respectivamente– y la política Karin Kortmann, vicepresidenta del ZdK.
Este comité representa al laicado alemán y cuenta con 230 miembros: un 40% provienen de asociaciones y organizaciones católicas, y otro 40%, de los consejos de las diócesis. Ambos grupos, movimientos y diócesis, eligen cada uno a 45 personas de los participantes en las asambleas del Sínodo.
“Los obispos alemanes, como representantes del laicado, nos pidieron que lleváramos a cabo un proceso con ellos para abordar las cuestiones que un estudio científico había formulado como causas sistémicas del abuso sexual del clero”, relata Sternberg sobre los orígenes del proceso. “Después de deliberar y decidir, la Asamblea Plenaria acordó seguir este camino en una organización en igualdad de condiciones con los obispos”.
Así, se llegaría a la fórmula actual, cuya igualdad se visibiliza en los asientos en las asambleas. A los 69 obispos que forman la Conferencia Episcopal Alemana les corresponden 69 miembros del ZdK. Además, el episcopado y el comité eligieron, cada uno, diez asesores y un grupo de 17 jóvenes y adultos. A esto hay que añadir –explica el presidente del ZdK– los “representantes de los diversos grupos de la Iglesia, desde los religiosos hasta los consejos de sacerdotes; en total, hay unas 230 personas. Junto con un obispo cada uno, los representantes del ZdK dirigen el proceso, la asamblea y los grupos de trabajo del Camino Sinodal”.
No hay ningún tema en el que los laicos queden excluidos, aunque creen que su papel es especialmente importante en el estudio del “papel de la mujer en los servicios y ministerios de la Iglesia”, que ha sido “una preocupación importante del ZdK”.
“Discutimos con el clero, los obispos y los religiosos sin distinción de oficio o persona. Solo cuenta el mejor argumento. Elaboramos y discutimos los diversos temas del Camino Sinodal –participación, vida sacerdotal, moral sexual y papel de la mujer– junto con clérigos y obispos”, destaca Sternberg.
“Los laicos somos conscientes de la gran crisis de credibilidad de la Iglesia, que se ha visto agravada por los casos de abuso sexual por parte de los clérigos. La pérdida de confianza no se limita a grupos católicos minoritarios, sino que se extiende a las comunidades centrales. Además, hay cierto disgusto por las reformas estancadas desde 1976, que trataban de crear un órgano similar y que quedó desechado por el Código de Derecho Canónico de 1983”, lamenta Sternberg.
El balance hasta el momento es positivo. “El comienzo a finales de enero en Frankfurt fue muy bueno”, asegura sin dudar el presidente. “Los laicos y los obispos se sentaron por orden alfabético en la asamblea, se escucharon y discutieron. Sin embargo, desafortunadamente, este ‘buen espíritu de Frankfurt’ no pudo ser revivido en una segunda asamblea este año”, lamenta. Y es que, debido a la pandemia del coronavirus, “los cuatro grupos de trabajo no pudieron reunirse con suficiente frecuencia y, a principios de septiembre, solo se pudieron celebrar cinco reuniones más pequeñas” y no una nueva asamblea como estaba prevista.
“Allí se discutieron los primeros textos, pero aún no se ha hecho una primera lectura oficial con votaciones. Tampoco en la nueva fecha de enero nos será posible como asamblea plenaria”, confirma. Por eso, confían en poder recuperar el ritmo antes de la última Asamblea Plenaria, prevista para el otoño de 2022.
“Es nuestra firme intención ayudar a restaurar la confianza y la credibilidad a través de reformas y decisiones genuinas. Queremos decisiones diferentes”, confiesa el profesor a Vida Nueva. Decisiones que, para los laicos, van más allá de algunas precauciones canónicas.
“Las que pueden ser aplicadas directamente en Alemania por los obispos, las que se someterán a aprobación en Roma y también sobre temas que probablemente se reservarán para un Consejo” permanente de obispos y laicos. “Si no discutimos finalmente el sacerdocio femenino, este tema seguirá sin resolverse y continuará alejando a muchas mujeres de la Iglesia”, advierte Sternberg.