Desde el pasado marzo, al frente de la Conferencia Episcopal Alemana está el obispo de Limburgo, Georg Bätzing, de 59 años. Originario de la cercana diócesis de Tréveris, fue elegido como obispo por los canónigos de la catedral de Limburgo, un atípico sistema de sucesión episcopal por el que estos eclesiásticos tienen dicha potestad de designar, directamente y sin intermediarios, una posible terna de candidatos, gracias a un privilegio que se remonta a 1827.
El papa Francisco, respetando este toque de sinodalidad o guiño democrático, confirmó esta elección el 1 de julio de 2016. Su papel es decisivo en el impulso de la asamblea sinodal, teniendo que defender el proceso ante las resistencias internas y externas, nacionales e internacionales.
Además, como representante del episcopado, tiene la difícil tarea de sustituir en este encargo al cardenal Reinhard Marx, arzobispo de Múnich y Frisinga, que a sus 67 años forma parte del Consejo de cardenales que asesora al Papa en la reforma de la Curia y que rechazó una posible reelección como presidente de la Conferencia Episcopal.
Aunque Bätzing no es un prelado de peso en Roma, su impulso en la recta final del proceso sinodal –antes de su implantación– es decisivo, ya que bajo su presidencia se están desarrollando la elaboración de los documentos y las asambleas propiamente dichas.
PREGUNTA.- ¿Cómo surgió la idea y cómo se ha llegado a esta fórmula concreta de la asamblea sinodal?
RESPUESTA.- Tras la presentación del estudio sobre los abusos sexuales a menores, el Estudio MHG, se han planteado diferentes cuestiones a las que creemos que debemos responder en público. Por ello, la Conferencia Episcopal Alemana decidió, en su Asamblea Plenaria de Primavera de 2019 celebrada en Lingen, “emprender un Camino Sinodal” junto con el Comité Central de los Católicos Alemanes (ZdK). El Camino Sinodal no es un sínodo formal en el sentido canónico, sino un formato con estilo propio, sui generis.
Hoy en día, la cuestión principal es cómo podemos hablar de Dios y profundizar en nuestra fe. La fe solo puede crecer y hacerse más profunda cuando uno se libera de los bloqueos del pensamiento, cuando se enfrenta a un debate libre y abierto, y cuando se desarrolla la capacidad de tomar nuevas posturas, así como de abrir nuevos caminos.
El papa Francisco lo reafirma en su Carta del Santo Padre al Pueblo de Dios que peregrina en Alemania (29 de junio de 2019): “Es esencialmente un sínodo, un camino común bajo la guía del Espíritu Santo. Esto significa que se emprende el camino con toda la Iglesia bajo la luz del Espíritu Santo, bajo su guía y agitación, para aprender a escuchar y discernir el horizonte nuevo que quiere darnos”.
P.- ¿Cómo está siendo la experiencia del Camino Sinodal?
R.-La aventura comenzó el I Domingo de Adviento de 2019. La primera Asamblea Sinodal se reunió a finales de enero de 2020, pero luego llegó el coronavirus con todas sus consecuencias. Por ello, no hemos podido organizar una Asamblea Sinodal con los 230 delegados a finales de septiembre, sino que los delegados se reunieron en cinco lugares del país. Cinco lugares: un Camino es el lema, y estoy agradecido de que hayamos desarrollado una cultura del diálogo que destaca por ser buena, constructiva y perspicaz.
El Camino Sinodal también incluye los cuatro foros sinodales que se reúnen en las asambleas y tratan, precisamente, las consecuencias de nuestro discurso sobre Dios en la actualidad: todo lo que respecta a la distribución del poder en la Iglesia, la sexualidad y la pareja, el tema del “ministerio sacerdotal” y las mujeres. Son asuntos que la gente usa hoy para decidir si se sienten identificados o no.
P.- Después de estas primeras asambleas, ¿cuáles son los siguientes pasos?
R.- Como ya he explicado, hemos realizado las conferencias regionales en cinco lugares distinos. Los cuatro foros sinodales ya se reunieron anteriormente. Ahora deben seguir trabajando hasta la segunda Asamblea Sinodal, que está prevista para principios del próximo mes de febrero. Siempre y cuando el coronavirus no nos obligue a cambiar los planes.