Walmor Oliveira, arzobispo de Belo Horizonte y presidente de la Conferencia Episcopal de Brasil, ha asegurado durante su intervención en la presentación de la Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe que ser discípulo misionero implica profesar la fe más allá de las palabras y, por ende, “esto es abrazar la misión, ser Iglesia en salida” y “es tratar de ser la presencia de Jesús en la vida cotidiana de la gente”.
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También advirtió que “es una tarea que no puede confundirse con el proselitismo ni con la instrumentalización de las verdades del Evangelio”. Tan solo es un estilo de vida cuya radicalidad está centrada en los pobres.
Un corazón misionero
“La humanidad navega en el mismo barco”, ha recordado el prelado las palabras de Francisco en su carta encíclica Fratelli Tutti, por tanto “el mal de uno, trae pérdidas a todos. Esta premisa impone a cada persona el compromiso irrestricto de ser corresponsable con su hermano y hermana, especialmente con aquellos que viven en las periferias geográficas y existenciales”.
“Asumir la corresponsabilidad por el prójimo es la actitud de quien tiene un corazón misionero, que sale al encuentro de cada persona”, por lo que “constituye un fuerte llamado para quienes profesan la fe cristiana católica”, explicó.
“Seamos todos cada vez más misioneros, cultivando la cercanía que este tiempo exige, siendo una presencia transformadora en la vida de las personas”, ha invitado.
Foto: CELAM