“Queremos expresar nuestra indignación –humana y evangélica– ante los últimos acontecimientos que están sucediendo en nuestra provincia que son de público conocimiento y una violación a los derechos humanos y ciudadanos”, expresa la carta que un grupo de sacerdotes de la diócesis de Formosa emitió, después de conocerse distintas medidas tomadas por las autoridades provinciales.
Las medidas del gobierno
El gobierno de Formosa, encabezado por Gildo Insfran, ha sido uno de los más estrictos en la toma y resolución de las medidas sanitarias por la prevención del Covid-19.
Aunque es una de las provincias con menos casos de contagiados y muertos, algunas medidas enojaron a la población:
- La prohibición de ingreso a la provincia de los propios residentes que debieron esperar en la ruta (hasta varios meses) para poder regresar a sus casas.
- La vuelta a la fase 1, después de un rebrote, con toque de queda y suspensión de los trabajos.
- El encierro forzado en los centros de aislamiento, a pesar de tener hisopados negativos.
- La obligatoriedad de realizar cuarentena en centros de aislamiento y no en sus domicilios.
- Las condiciones precarias y poco sanitarias de los centros de aislamiento.
- El uso desmedido de las fuerzas policiales ante manifestaciones.
- La detención de los opositores al gobierno.
La declaración de los curas
Los sacerdotes que firmaron la declaración son: Miguel Ángel Rojas; Antonio Caballero ; Mario Franco; Francisco Nazar; Mario Bissaro; Ponciano Acosta; Jimmy Ponce; Gabriel Stella; Eduardo Ramos; Marcelo Valsecchi; Edgardo Ortíz; Oscar Cáceres; Lucio Rizzi; Juan Rosasco y Juan Punzo.
Señalaron que vamos aprendiendo el arte de cuidarnos, a nosotros mismos y a los demás: “Sabemos que es el mejor camino de amor fraternal para salir adelante de esta situación”. Parafrasearon al Papa Francisco quien invita a erradicar la cultura de la indiferencia, del rechazo y de la confrontación, en su reciente Mensaje de la Paz.
Además, indicaron la importancia de tener una mirada total de la persona humana: cuerpo, mente y espíritu. “Somos seres relacionados, no somos seres aislados. Estamos llamados a vivir en comunión unos con otros, en el respeto y la solidaridad, todos constructores de fraternidad y amistad social”, sostuvieron.
Con la carta, se unieron a todos los coprovincianos que sufrieron la pérdida de un ser querido por la pandemia y a quienes, por reclamar derechos, han sufrido represiones violentas.
La Formosa que no queremos
Los firmantes mostraron su preocupación por la construcción de una comunidad basada en el desprecio al otro diferente, a su cultura, a su pensamiento, a su persona, a su dignidad humana, al manoseo y ocultamiento de la verdad, a la instauración del miedo.
Denunciaron que se están construyendo muros de intolerancia y prepotencia. “No es esta la Formosa que queremos”, ratificaron.
Los curas también advirtieron que se corre el riesgo “de que se nos meta en el alma, cuerpo, mente y espíritu el peor de los virus, el del egoísmo que descarta al otro sin más. Vivimos en una provincia donde la variedad de culturas es riqueza y merece ser respetada”.
Con respecto al Gobierno provincial, creen que en su metodología, no está acertando: sólo ellos toman las decisiones que todos debemos acatar. “Y las medidas que toman son llevadas adelante con un nivel de autoritarismo que nos recuerdan oscuras épocas de nuestra Patria que no queremos vuelvan a repetirse y por eso las repudiamos con fuerza“.
La propuesta
Los curas diocesanos mencionaron que apuestan a la plena vigencia, tanto de la Constitución Nacional como de los Tratados Internacionales. “Es posible otra metodología de cuidado entre nosotros. Gran parte del pueblo no quiere ser llevado a centros de aislamiento”.
Como nadie es dueño de la verdad, pidieron que sean escuchadas las otras voces porque tienen algo de verdad, y de ese modo, renovar los vínculos de humanidad, con la actitud de humilde búsqueda del bien común. “Busquemos juntos entre todos lo que menos duela y lastime”, apuntaron.
Asimismo, recordaron las palabras del Papa quien pidió, “comprometernos seria y activamente para contrarrestar la indiferencia delante de las violaciones de la dignidad humana”.
Como pastores de la Iglesia se pusieron a disposición para acompañar las iniciativas en favor del pueblo, y exhortaron a construir y esperar “un cielo nuevo y una tierra nueva donde habite la justicia” (2Pe 3,13).