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Maura Delpero: “Juzgamos a las monjas sin saber”





O mujeres sexualmente reprimidas, o criaturas sin corazón, o cantantes alegres. Cuando el cine decide mostrar a las monjas muchas veces lo hace aún a riesgo de tropezar con estereotipos. La película ‘Maternal’ dirigida por la directora Maura Delpero, aclamada por la crítica internacional y premiada en una veintena de festivales, los evita.



La película está ambientada en Buenos Aires en una casa de acogida para madres adolescentes gestionada por religiosas y está protagonizada por una novicia (interpretada por la intensa Lidiya Liberman) que, mientras espera los votos perpetuos, establece una profunda conexión emocional con una niña abandonada por su madre.

Y ese vínculo, fuerte e instintivo, no escapa a los ojos de la superiora, que se preocupa de que la situación provoque dudas en la joven monja quien, a su vez, está dividida entre lo que siente por la niña y el deseo de consagrarse a Dios. Delpero tiene 45 años. Nació en Bolzano, pero su formación es “transoceánica” (estudió entre Europa y Argentina).

Es una reconocida documentalista que en este film trata un tema nunca antes diseccionado por el cine: la relación de las consagradas con la maternidad a la que, al tomar los hábitos, han elegido renunciar. Y lo hace con delicadeza, sensibilidad y profundidad, dando al público una nueva perspectiva de un mundo que a menudo se dibuja bajo la bandera del morbo o el prejuicio.

PREGUNTA.- ¿Cómo le llegó la inspiración?

RESPUESTA.- Quería narrar la convivencia entre las religiosas y las madres jóvenes y, para conocer de cerca esa realidad, viví en un hogar en Buenos Aires enseñando cine a las madres en acogida. Pero un día, mirando a una joven monja que llevaba en brazos a un recién nacido, capté algo en sus ojos que no era simple caridad cristiana, sino algo más íntimo y primordial. Fue una visión inspiradora que me impulsó a cambiar el tema de la película y centrarme en la relación entre una religiosa y su instinto maternal que emerge con arrogancia.

P.- ¿Cómo se preparó para tratar un tema tan complejo y poco tratado?

R.- Hablé con algunas monjas. Descubrí cuán plagado de lugares comunes es el imaginario respecto a ellas. Siempre se ha dado demasiada importancia a la renuncia sexual, pero una mujer que toma los hábitos ya ha aceptado este aspecto de su elección. Sin embargo, sobre todo si ingresó al convento a temprana edad, es posible que no hubiera considerado la posibilidad de que el instinto maternal se manifiestara provocando un conflicto interno, un dilema que resolver.

P.- ¿Las religiosas aceptaron hablar con usted sobre estos temas tan íntimos?

R.- La relación con la maternidad suele ser un tabú, pero las monjas a las que me acerqué confiaron en mí, admitiendo con sinceridad que habían vivido ese dilema. Casi todas lo habían afrontado y resuelto en el convento, a nivel espiritual. Pero conocí a una que colgó los hábitos para ser madre.

P.- ¿Estudió usted con monjas?

R.- No, fui a un colegio de religiosos. Hoy me considero agnóstica, pero crecí entre misas, rosarios y el aroma del incienso.

Prejuicios por ignorancia

P.- ¿Ha mostrado ‘Maternal ‘ a las religiosas de la casa de acogida donde estuvo?

R.- Sí, y fue emocionante. Tenía miedo de que rechazaran la película por ser demasiado cruda. En cambio, estaban contentas, se reconocieron en lo que veían. Un motivo más para disipar los falsos mitos porque las religiosas, sobre todo las que realizan tareas sociales, están inmersas en la realidad.

P.- ¿Cree que la sociedad tiene una visión distorsionada de la mujer consagrada?

R.- Hay prejuicios derivados de la ignorancia. La elección de entrar en un convento casi siempre está asociada a la renuncia al mundo. Nadie considera que detrás de una vocación hay motivaciones profundas. La sociedad cínica acoge con sarcasmo la sonrisa gozosa de algunas monjas, pero su expresión pacífica es casi siempre un signo de adhesión a un gran proyecto en busca de un amor superior e incondicional que no se encuentra en el mundo.

P.- ¿Qué le aportó la experiencia de la película?

R.- Insisto en que nuestra visión de las personas consagradas suele estar dictada por la ignorancia. Los laicos tenemos la presunción de juzgar sin saber y tendemos a generalizar. Pero en el misterio de la vocación hay algo que no alcanzaremos a entender. Y este hecho tenemos simplemente que aceptarlo.

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Alicia Ruiz López de Soria, ODN







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