El pasado 21 de diciembre, a instancias de ocho de sus miembros (Arabia Saudí, Baréin, Burkina Faso, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Guinea Ecuatorial, Marruecos y Venezuela), la Asamblea General de Naciones Unidas aprobaba –sin necesidad de someter a votación– una resolución en el marco de su 75º período de sesiones por la que proclamaba el próximo 4 de febrero Día Internacional de la Fraternidad Humana, que “se celebrará todos los años a partir de 2021”.
La decisión tomada –reconoce el acta de la ONU– es fruto de “todas las iniciativas internacionales, regionales, nacionales y locales”, así como “de los esfuerzos de los líderes religiosos encaminados a promover el diálogo entre religiones y culturas”. En especial, del papa Francisco y del gran imán de la universidad egipcia de Al-Azhar, Ahmad Al-Tayyeb, cuyo encuentro en Abu Dabi culminó con la firma conjunta del ‘Documento sobre la fraternidad humana por la paz mundial y la convivencia común’. Una histórica cita, que tuvo lugar, justamente, el 4 de febrero de 2019, fecha elegida ahora para conmemorar en adelante cada año ese Día Internacional de la Fraternidad Humana.
Que “el calendario civil está lleno de conmemoraciones de personas y acontecimientos, acompañando toda suerte de causas nobles y buenas”, no le cabe ninguna duda al cardenal Cristóbal López Romero, arzobispo de Rabat. Tampoco que un organismo como Naciones Unidas ha sido “prolijo en proclamarlas: día internacional de la mujer, día del árbol, día del camino, día de la amistad….”. Lo que ya no tiene tan claro el purpurado salesiano es si esta nueva declaración será “una más” en la lista de conmemoraciones o “servirá de algo”. “La ONU –reconoce a Vida Nueva el líder de la Iglesia católica en Marruecos– no se caracteriza por ser demasiado eficaz en la lucha por las grandes causas de la humanidad”.
A juicio del cardenal López Romero, “esta jornada será lo que cada uno queramos hacer de ella: nada, absolutamente nada… o, por el contrario, ocasión para poner sobre el tapete, al menos una vez al año, lo que es el anhelo y la utopía de la humanidad: la fraternidad”. Porque “conmemorar la fraternidad está bien, pero vivirla está mejor”, recuerda el arzobispo de Rabat. (…)