España

Justicia para los mártires de la UCA: el Supremo ratifica la sentencia contra el único acusado de los asesinatos

El excoronel Inocencio Montano ha sido condenado a 133 años de cárcel por los asesinatos de los jesuitas españoles en 1989





El pasado mes de septiembre, la Audiencia Nacional condenaba a 133 años, cuatro meses y cinco días de prisión a Inocencio Montano, excoronel y exviceministro de Seguridad Pública de El Salvador, tras hallarle responsable de los asesinatos de cinco jesuitas españoles en 1989, entre ellos Ignacio Ellacuría, en la Universidad Centroamericana (UCA). Hoy, la sentencia ha sido ratificada por el Tribunal Supremo.



De esta manera, el Supremo ha confirmado que Montano, de 77 años, cometió los asesinatos con “carácter terrorista” y, por ello, acepta la imposición de penas de 26 años, 8 meses y un día de cárcel por cada uno de los delitos cometidos, si bien en nuestro país el límite de cumplimiento es de 30 años.

“En efecto, se utiliza por el alto mando el aparato del Estado para llevar a cabo una auténtica ejecución civil de ciudadanos para crear una apariencia ante la sociedad de que actuaban contra el Estado, cuando lo que se perpetró es un auténtico asesinato con modalidad amparada en el ‘terrorismo de Estado’ para alterar en realidad la convivencia social y llevar a cabo ‘crímenes de Estado” ‘que conceptualmente no se diferencia del terrorismo realizado por grupos organizados”, reconoce la sentencia.

“Nada personal” contra Ellacuría

La decisión del Supremo pone fin a tres décadas en las que los criminales habían vivido en impunidad por el asesinato de los religiosos, así como de una trabajadora de la universidad y su hija de 15 años. En aquel momento, Montano ocupaba el cargo de viceministro de Seguridad Pública de El Salvador en aquel momento y hacía campaña contra la orden religiosa acusándola de subversiva.

Durante el juicio, la Fiscalía sostuvo que la decisión de acabar con la vida de Ellacuría y el resto de jesuitas fue adoptada por un grupo de oficiales de élite denominado La Tandona, al que Montano pertenecía. Sin embargo, en la vista oral Montano aseguró que él no dio la orden de matar a los religiosos, que “no tenía nada personal” contra el religioso vasco Ellacuría y que “no hubo nunca pretensiones de hacerle daño”.

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