La defensa del Papa al obispo Barros, durante esa visita, provocó fuerte rechazo y un drástico giro que lo llevó a algo más que una fuerte reprimenda a los obispos chilenos
A las 17.15 hs del lunes 15 de enero de 2018 aterrizó en Santiago el Boeing 777-200 de Alitalia. La presidenta Michelle Bachelet recibió al Papa Francisco a la bajada del avión. La comitiva se dirigió a la Nunciatura pasando por la parroquia San Luis Beltrán donde el Papa oró en la tumba de Enrique Alvear, el “obispo de los pobres”.
Al día siguiente, en La Moneda, fue recibido por la Presidenta, otras autoridades y diplomáticos. En su discurso, Francisco pidió perdón por los abusos a menores en la Iglesia Católica. “No puedo dejar de manifestar el dolor y la vergüenza, vergüenza que siento por el daño irreparable causado a niños por ministros de la Iglesia”, dijo el Papa. Luego agregó: “Es justo pedir perdón y apoyar con todas las fuerzas a las víctimas, al mismo tiempo que nos empeñamos para que no se vuelva a repetir”.
Este fue uno de los actos que tuvo mejor evaluación en la visita, después de su encuentro con reclusas en la cárcel de mujeres.
Esa misma primera mañana, celebró la Eucaristía en el Parque O’Higgins con unos 400 mil asistentes. Los organizadores esperaban un millón. Fotografías aéreas en los diarios de días posteriores mostraron la mayor parte del espacio disponible, vacío.
Después del almuerzo, en la Nunciatura tuvo un encuentro reservado con víctimas de abusos sexuales en el que el Papa escuchó y se conmovió con los dramáticos relatos de las experiencias vividas por esas personas.
Esa tarde, visitó el Centro Penitenciario Femenino donde compartió con unas 400 reclusas. Acompañaban al Papa la Presidenta Bachelet, el capellán de Gendarmería y la capellana Hna. Nelly León. Fue el momento culminante de la visita por la calidez y entusiasmo con que fue recibido Francisco y su emotiva respuesta.
Inició su mensaje con estas palabras: “Gracias hermana Nelly por sus palabras y especialmente por testimoniar que la vida triunfa siempre sobre la muerte, siempre. Gracias Janeth por animarte a compartir con todos nosotros tus dolores y ese valiente pedido de perdón. ¡Cuánto tenemos que aprender de esa actitud tuya llena de coraje y humildad! Te cito: «Pedimos perdón a todos los que herimos con nuestros delitos». Gracias por recordarnos esa actitud sin la cual nos deshumanizamos, todos tenemos que pedir perdón, yo primero, todos, eso nos humaniza. Sin esta actitud de pedir perdón perdemos la conciencia de que nos equivocamos y que nos podemos equivocar y que cada día estamos invitados a volver a empezar, de una u otra manera”. Muchas reclusas ya lloraban. Más adelante, el Papa les dijo que “toda pena que uno está llevando adelante para pagar una deuda con la sociedad tiene que tener horizonte, es decir, el horizonte de reinsertarme de nuevo y prepararme para la reinserción. Eso exíjanlo a ustedes mismas y a la sociedad”.
En la Catedral de Santiago, se reunió con los todos los obispos de Chile y con el clero de la arquidiócesis ante el cual volvió a referirse a los abusos en la Iglesia. “Conozco el dolor que han significado los casos de abusos ocurridos a menores de edad y sigo con atención cuánto hacen para superar ese grave y doloroso mal”, les dijo el Papa.
Al día siguiente visitó Temuco, capital de la Región de La Araucanía, zona muy convulsionada por las demandas de recuperación de tierras del pueblo mapuche que incluyen actos violentos contra empresas forestales, incluso la quema de algunos templos católicos y evangélicos. Nuevamente, los preparativos esperaban multitudes que no llegaron.
La visita papal concluyó en Iquique, el tercer día, desde donde Francisco siguió viaje a Lima, Perú. En Iquique estalló la crisis por la permanente presencia del cuestionado obispo de Osorno, Juan Barros, acompañando al Papa. A preguntas de periodistas, Francisco respondió: “El día que me traigan una prueba contra el obispo Barros, ahí voy a hablar. No hay una sola prueba en contra, todo es calumnia”.
No se sabe bien qué ocurrió en los pocos días siguientes después del regreso de Francisco a Roma, pero el martes 30 de enero el Vaticano anunció que el Papa decidió enviar a Chile una misión especial para investigar las denuncias de abusos sexuales en la iglesia chilena. El arzobispo Charles Scicluna y el sacerdote Jordi Bertomeu, ambos de la Congregación para la doctrina de la Fe y expertos en delitos de abusos, llegaron a Chile el martes 20 de febrero para recolectar información y pruebas sobre los crímenes sexuales cometidos por clérigos y en especial sobre la situación del obispo Juan Barros, acusado de encubrir a su mentor Fernando Karadima, sentenciado por la Iglesia y la justicia civil. “He venido a Chile enviado por el Papa Francisco a recoger información útil concerniente a monseñor Barros Madrid, obispo de Osorno”, dijo Scicluna al llegar.
Antes de llegar a Santiago, Scicluna se entrevistó con una de las víctimas de Karadima, en New York, Estados Unidos. “Él oía mi testimonio, yo le contaba sobre el abuso, sobre el encubrimiento, sobre la forma en que los sobrevivientes, no sólo yo, son tratados, lo que le cuesta a alguien. Y él lloró. No era un acto. Él lo sentía sinceramente“, dijo Juan Carlos Cruz después de esa entrevista.
Mientras los obispos chilenos estaban en su asamblea plenaria ordinaria, en abril del 2018, recibieron una carta del Papa que la inicia así: “La recepción durante la semana pasada de los últimos documentos que completan el informe que me entregaron mis dos enviados especiales a Chile el 20 de marzo de 2018, con un total de más de 2300 folios, me mueve a escribirles esta carta. Les aseguro mi oración y quiero compartir con ustedes la convicción de que las dificultades presentes son también una ocasión para restablecer la confianza en la iglesia, confianza rota por nuestros errores y pecados y para sanar unas heridas que no dejan de sangrar en el conjunto de la sociedad chilena”.
El Papa reconoce en esa carta, y pide que lo transmitan, que “he incurrido en graves equivocaciones de valoración y percepción de la situación, especialmente por falta de información veraz y equilibrada”. ¿Tomó Francisco alguna medida ante los responsables de entregarle esa información? A continuación, en la carta, pide perdón a quienes ofendió y espera hacerlo personalmente con quienes, anuncia, se reunirá en los días siguientes.
La carta convoca a los obispos chilenos a la Santa Sede, reunión que tuvo lugar entre el 14 y 18 de mayo del 2018. El Papa les leyó un documento de 10 carillas con un diagnóstico profundo de la crisis eclesial chilena. Les pidió que lo meditaran y luego se reunieron en tres ocasiones más. En ese encuentro, todos los obispos chilenos entregaron su renuncia lo que se presentó como un golpe de timón de Francisco.
Juan Carlos Claret, dirigente del movimiento de laicos y laicas de Osorno, dice que las renuncias no fueron pedidas por el Papa: “fue un acto que acordaron los mismos obispos para ayudar al hermano caído en desgracia” (Barros). Esto lo deduce de la entrevista en el diario La Tercera, del obispo secretario general, Fernando Ramos, el 31 de diciembre del 2018, en la que afirma que las renuncias tienen validez de tres meses, por lo que en ese momento ya no tenía vigencia. La renuncia no habría sido más que un acto para poner al Papa ante el imposible de renovar todo el episcopado en tres meses.
De hecho, así ha ocurrido: aún hay 4 sedes vacantes, 3 de ellas con administradores apostólicos. También las medidas de “corto, mediano y largo plazo” que Francisco anunció adoptar, aún están pendientes.
Francisco concluye su “Carta al pueblo de Dios que peregrina en Chile”, en mayo del 2018, con esta invitación: “Con ustedes se podrán dar los pasos necesarios para una renovación y conversión eclesial que sea sana y a largo plazo. Con Ustedes se podrá generar la transformaci6n necesaria que tanto se necesita. Sin Ustedes no se puede hacer nada. Exhorto a todo el Santo Pueblo fiel de Dios que vive en Chile a no tener miedo de involucrarse y caminar impulsado por el Espíritu en la búsqueda de una Iglesia cada día más sinodal, profética y esperanzadora; menos abusiva porque sabe poner a Jesús en el centro, en el hambriento, en el preso, en el migrante, en el abusado”.
Esta carta es casi desconocida en Chile. No ha tenido divulgación.
¿Qué inhibió a Francisco? Hay quienes afirman que la entrevista solicitada por el Comité Permanente en febrero del 2019, por acuerdo de la asamblea plenaria de noviembre anterior, tuvo por objeto hacer ver al Papa que los obispos no compartían su diagnóstico de la crisis eclesial chilena. Algunos agregan que el Papa les habría pedido disculpas.
La actual Iglesia en Chile tiene marcada preocupación por la vida sacramental, por la superación de las limitaciones sanitarias debido a la pandemia que impiden asistencia presencial a Misas. Poco más. Pero está lejos de aquella Iglesia profética, de hace algunas décadas, que describió Francisco a los obispos en la Santa Sede.
La visita de Francisco a Chile ha sido uno de sus viajes más impopulares, con menor participación y con alto rechazo por algunas de sus actuaciones. La Iglesia sigue bajando en la evaluación de confianza de los chilenos. El único acto de conmemoración este año tuvo lugar en la cárcel de mujeres, con la visita del Nuncio, Alberto Ortega, el 19 de enero.