El obispo de Tenerife, Bernardo Álvarez, se vacunó contra el Covid-19 el pasado 13 de enero. Lo hizo al ser convocado como parte de la Residencia Sacerdotal San Juan de Ávila, situada en la ciudad tinerfeña de La Laguna y donde está empadronado el prelado. Sin embargo, el periódico local El Día ha señalado que Álvarez ha “engañado a Sanidad”, ya que “vive en una casa independiente a 100 metros del geriátrico de curas jubilados”. Esta polémica se suma a la de los obispos de Mallorca, Sebastià Taltavull, y de Orihuela-Alicante, Jesús Murgui, quienes han sido ya vacunados aunque no entran en los grupos decretados por Sanidad.
Del mismo modo, el medio de comunicación acompaña esta información con una fotografía aérea en la que se muestra la distancia entre los edificios, e incluso acudió a la Residencia Sacerdotal para contrastar si realmente el obispo reside o no allí. Al hablar con una de las religiosas encargadas del cuidado de los internos, esta aseguró que el obispo “no vive” allí, “sino en otra casa. Tampoco desayuna, ni come, ni cena. No tiene contacto con los internos”.
“Cruel escarnio”
¿Debía el obispo, entonces, figurar en la lista de vacunación? “En este caso, la verdad resultó ser algo tan sencillo y tan evidente, que ha sido necesario revestirla de múltiples adornos para darle apariencia de mentira y hasta de ‘engaño’”, escribe en su blog, ‘Los panes y los peces’, el sacerdote y periodista tinerfeño Carmelo Pérez, quien ha querido dejar claro que, en ningún caso, “habla en nombre del obispado” pero, “antes que nada”, cree “firmemente en la verdad de las cosas y en la honestidad de quien, aun con sus muchos fallos -como casi todos-, no se merece esto”.
“Que el obispo engaña con su domicilio y que se coló en la vacunación es falso”, subraya Pérez. “Lo dije y lo reitero hoy. Con la foto aérea en la mano. Es mentira. Lo sabe quien instiga esta campaña y lo sabe quien le sirve”, asevera. De esta manera, Pérez explica que la Residencia Sacerdotal de Tenerife “es un complejo de edificios con un cuerpo central y un gran patio que comunica el resto de dependencias que le pertenecen”. Esas dependencias son el apartamento del obispo, “que efectivamente es una casa terrera que tiene una fachada hacia la calle Tabares de Cala, entrada ésta que está prácticamente bloqueada y no se utiliza nunca”; y otra edificación que actualmente está en desuso.
“La vivienda del obispo y de las religiosas son parte de la Residencia Sacerdotal San Juan de Ávila, aunque no estén pared con pared”, asegura el sacerdote, matizando que “los 100 metros de los que habla el periodista son la suma de sus pasos si recorre el camino por la calle”, pero que, realmente, “no se tarda ni un minuto en pasar del apartamento episcopal al cuerpo central de la residencia por la comunicación interna, que es la única habilitada”, pues la entrada por la calle Tabares en la práctica solo funciona como salida de emergencia.
“Ésa es la verdad, a pesar de la foto aérea y de los testimonios de quienes digan que el obispo no se pasa por la residencia. ¿Estarían queriendo decir, quizás, que desde que comenzó la pandemia el obispo ha sido el más estricto cumplidor de la norma que él mismo impuso de aislar totalmente a los sacerdotes que viven en el cuerpo central de la Residencia para evitar cualquier posibilidad de contagio?”, se plantea Pérez. “Yo creo que es exactamente eso lo que querían decir las religiosas, una vez se les ha preguntado sin intencionalidad”, afirma, concluyendo que “es cruel hacer escarnio de quien no pidió ser vacunado y sólo siguió las instrucciones de Sanidad”.