El papa Francisco ha recibido hoy en audiencia a los participantes en la Asamblea General del Movimiento de los Focolares, los cuales elegían como presidenta esta misma semana a Margaret Karram. “A imitación de Chiara Lubich, permanezcan siempre a la escucha del grito de abandono de Cristo en la cruz, que manifiesta la más alta medida del amor. La gracia que procede de ella es capaz de suscitar en nosotros, débiles y pecadores, respuestas generosas y a veces heroicas; es capaz de transformar el sufrimiento e incluso la tragedia en fuente de luz y esperanza para la humanidad”, les ha dicho el Papa, tal como recoge Vatican News.
Asimismo, Francisco ha recordado al movimiento que, doce años después del fallecimiento de su fundadora, Chiara Lubich, están llamados a superar “el natural desconcierto y también la disminución numérica, para seguir siendo expresión viva del carisma fundacional”. “Como sabemos”, ha continuado el Papa, “esto requiere una fidelidad dinámica, capaz de interpretar los signos y las necesidades de los tiempos y de responder a las nuevas exigencias de la humanidad”.
Se trata, de esta manera, de “mantenerse fiel a la fuente original, esforzándose por repensarla y expresarla en diálogo con las nuevas situaciones sociales y culturales. Esta labor de actualización es tanto más fructífera cuando se realiza armonizando creatividad, sabiduría, sensibilidad hacia todos y fidelidad a la Iglesia”.
Contra la autorreferencialidad
“Su espiritualidad, caracterizada por el diálogo y la apertura a diferentes contextos culturales, sociales y religiosos, puede ciertamente favorecer este proceso. La apertura a los demás, sean quienes sean, debe cultivarse siempre: el Evangelio está destinado a todos, es levadura de humanidad nueva en todo lugar y tiempo”
Al mismo tiempo, Francisco les recordó que la autorreferencialidad “impide ver los errores y las deficiencias, frena el progreso, dificulta la verificación abierta de los procedimientos institucionales y los estilos de gobierno. Es mejor, en cambio, ser valientes y afrontar los problemas con honestidad y verdad, siguiendo siempre las indicaciones de la Iglesia, que es la verdadera Madre, y respondiendo a las exigencias de la justicia y la caridad”. Por otra parte, ha señalado que “la autocelebración no hace un buen servicio al carisma. Se trata más bien de acoger cada día con asombro el don gratuito que han recibido encontrando su ideal de vida”.
