Entre sus dos cuentas de Instagram suman más de medio millón de seguidores. María García de Jaime y Tomás Páramo quieren demostrar, con el libro ‘Botas de colores para días de lluvia’ (Espasa), que el mundo de color no existe ni en la vida de los ‘influencers’. En sus páginas nos relatan, entre otras cosa, cómo el amor puede con todo… incluso con un embarazo imprevisto a los 19 años. Tampoco esquivan hablar de su fe. De hecho, cada mañana, al dejar al niño en el colegio, Tomás se acerca a una parroquia y cuelga una instantánea en su perfil.
PREGUNTA.- ¿Cómo nace el libro?
RESPUESTA.- Fuimos conocidos a raíz del nacimiento de nuestro hijo cuando estábamos en la universidad. Al finalizar nuestro viaje de novios nos llamó la editorial. Primero dijimos que no, pero para nosotros ha sido bonito porque mucha gente comparte nuestras cuitas, aunque para muchos otros, ser ‘influencer’ es vivir del aire… Siempre seremos criticados. Parece que por ser ‘influencer’ no te puede gustar el arte, la cultura o tener formación universitaria. Nosotros visitamos museos, amamos el arte, tenemos amigos artistas que publicitamos… Somos, en definitiva, gente formada. A los ‘influencer’ se nos exige mucho: naturalidad, pero también perfección. Cuando nos critican, quiero que sepan que fuera de las redes también lloramos, sufrimos y tenemos días terribles. Solo mostramos un 10% de nuestra vida.
P.- Se puede vivir de ser un ‘influencer’, pero ¿tenéis un plan B?
R.- Eso tuvimos que explicárselo a nuestros padres. Si hemos llegado hasta aquí ha sido por esfuerzo y empeño. Nosotros tratamos de cuidar mucho nuestra comunidad y publicitamos cosas que recomendaríamos a un amigo. En cuanto a las redes, estamos en el arranque, pero auguramos larga vida porque las empresas y la gente se están dando cuenta del mercado potencial que hay. (…)
P.- También habláis de vuestra fe en las redes…
R.- Los mensajes de nuestros seguidores que más ilusión nos hacen son los que nos transmiten que gracias a nosotros cada día se acercan más a Dios. En este mundo todo se juzga pero nunca hemos recibido una mala respuesta por hablar de nuestra fe. Hablamos de Dios, de nuestra fe, de lo que nos ayuda la Iglesia. Solo desearíamos entregarle nuestro libro a Francisco. Al jefe de seguridad del Vaticano le conocimos en la plaza de San Pedro y él fue una guía en nuestro camino hacia Dios. Nos decía que si escribíamos una carta al Papa, él se la entregaría… Al final, aquella carta fue este libro.