El nuncio en España, Bernardito Auza, ha confirmado que ha enviado la misiva a Francisco y está “a la espera de respuesta”
El papa Francisco ha recibido la carta que la asociación de guardias civiles APROGC le envió el 15 de diciembre en la que le pedían condenar la “connivencia” de algunos curas con ETA, tras el caso del párroco de Lemona (Vizcaya), quien participó en un documental en el que restaba gravedad a los actos terroristas e incluso llega a justificarlos, por el que acabó apartado de sus actividades pastorales. Así lo ha confirmado el nuncio en España, Bernardito Auza, que afirma que se encuentra “a la espera de la respuesta oportuna de la Santa Sede”.
Bernardito y la presidenta de APROGC, Begoña Uña, mantuvieron ayer una reunión, tras la que la asociación de guardia civiles ha agradecido la “cercanía” del nuncio, que ha mostrado interés por las “inquietudes” de la Guardia Civil, según recoge Europa Press.
APROGC lamenta que dentro de la Iglesia “se justifique y aplauda a una banda de asesinos, sin entender como esa parte del clero vasco sigue humillando a las víctimas, cuando debería prevalecer el consuelo y el aliento necesario para superar esta triste etapa de nuestra historia”.
En la citada carta, la asociación justificaba su petición apelando al carácter “inflexible” de Jorge Mario Bergoglio “contra actitudes impropias del personal de la Iglesia”. Asimismo, subrayaban que el de este sacerdote de Vizcaya “no es un caso aislado”, sino que “una serie de sacerdotes también de la Iglesia vasca han salido en su defensa, y con discursos similares”.
La misiva recalcaba que el Papa “no puede dejar pasar” esta actitud de los sacerdotes hacia los terroristas, “sus fines exterminadores y sus métodos crueles”. “Se lo pedimos, se lo rogamos”, aseveraban, ya que “muchos fueron los sacerdotes del País Vasco que ayudaron, encubrieron, aplaudieron, y sonrieron a los asesinos de ETA. Y lo más grave: sigue ocurriendo hoy en día, en pleno 2020”.
Además, la asociación recuerda el “daño incalculable” que ETA causó a la sociedad española con sus 857 víctimas mortales, entre las que se encuentran más de 200 guardias civiles y “22 niños inocentes”.
“Como máximo exponente de la Iglesia católica, solo le pedimos dos cosas. En primer lugar, comprensión y cercanía a tanto dolor de tantos guardias civiles y sus familias. Y, en segundo lugar, la adopción de medidas correctoras contra esos párrocos que manchan el nombre de la Iglesia” con su “abominable comportamiento público de aplauso a los asesinos”, que resulta “incompatible con el ejercicio del sacerdocio”.