En un mensaje a la comunidad educativa, los prelados del país convocaron a una alianza entre familias, docentes, directivos y estudiantes, con amplia creatividad y generosidad
A través de un mensaje a la comunidad educativa mexicana al cumplirse casi 11 meses del inicio del confinamiento en México a causa de la pandemia por Covid-19, los obispos del país hicieron un llamado para humanizar la educación y tener en el centro de los procesos a las personas.
En el mensaje titulado “Procurar el bien posible de todos, especialmente de los más vulnerables; es decir, las niñas, niños, adolescentes y jóvenes”, la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) recordó que la educación es, antes que nada, un acto de amor, la transmisión libre y generosa de los valores más propiamente humanos, como la verdad, la bondad, la belleza, la unidad y la paz.
Por ello, el organismo presidido por el arzobispo de Monterrey, Rogelio Cabrera López, urgió a humanizar la educación, pues con el tema de la pandemia –dijo– algunos actores educativos sólo se han quedado con la parte de planes y programas, de dispositivos y tareas, dando prioridad a lo organizacional, a lo funcional e institucional.
Se han olvidado –lamentó el episcopado nacional– de poner a la persona concreta al centro, con todas sus dimensiones, por lo que es imperativo dedicar tiempo, confiar en ellos, compartir la vida.
El documento, firmado por el presidente de la CEM; el secretario General, Alfonso Miranda; y el responsable de la Dimensión de Educación y Cultura, Enrique Díaz, se suma al llamado que ha hecho el papa Francisco para que todos se comprometan a mantener el cuidado integral de los alumnos, “vinculando solidaridades y profundizando una alianza entre familias, docentes, directivos y estudiantes, con amplia creatividad y generosidad”.
En este sentido, la CEM lanzó tres propuestas concretas para cumplir con este objetivo:
La primera de ella es buscar medidas que permitan salir al encuentro y hacer vigoroso el compromiso del cuidado de niñas, niños, adolescentes y jóvenes.
El organismo advirtió que no habrá regreso a la normalidad escolar en un corto plazo, por lo que es necesario promover otros espacios educativos, mucho más flexibles, generosos y solidarios.
Si bien reconocieron la importancia de los medios de comunicación en la transmisión de conocimientos, llamaron a una atención más cercana, organizando encuentros pequeños, especialmente en las familias, escuelas, cocheras, parques, atrios, iglesias, empresas, que acompañen y animen actividades educativas, formales y no formales.
En segundo lugar, los obispos se pronunciaron por buscar un regreso a clases de manera “híbrida”; es decir, combinando momentos de servicio escolar presencial, con alternativas semipresencial y otras totalmente virtuales, que vayan más allá de la TV y la radio.
Los obispos afirmaron que hay muchas experiencias en el mundo de que esto puede ser posible, pero para ello –dijeron– es necesario construir un acuerdo de generosidades.
Y en tercer lugar, propusieron caminos compatibles y coordinados en las estrategias sanitarias y educativas.
“Acompañar a los centros escolares, supervisarlos, impulsar protocolos sanitarios, realizar pruebas, vacunar al personal escolar, repensar la educación que se requiere hoy, desatar las solidaridades entre instituciones y personas, pero sobre todo, atender a toda la población en su conjunto e integralidad, sin dejar a nadie fuera”.
Finalmente, la CEM animó a la vida religiosa, así como a los laicos comprometidos fuertemente con la educación en colegios e instituciones educativas públicas y privadas, a suscitar esfuerzos conjuntos de atención a la niñez, adolescencia y juventud.