“La institucionalización de los mayores en las residencias no ha garantizado mejores condiciones de asistencia”, lamenta el presidente de la Pontificia Academia para la Vida
“La pandemia ha mostrado la tragedia de una sociedad que hace vivir más, pero que también descarta más”. El arzobispo Vincenzo Paglia, presidente de la Pontificia Academia para la Vida, presentó con estas palabras el documento ‘La vejez: nuestro futuro. La condición de los ancianos después de la pandemia’, publicado este martes por el Vaticano.
Paglia advirtió que el Covid-19 ha provocado una “verdadera masacre de ancianos” al recordar que son mayoría las personas mayores entre los 2,3 millones de decesos en el mundo por culpa del patógeno responsable de la actual pandemia. “Y la mayoría de ellos han fallecido en las residencias. Hay una doble contradicción: no sabemos ayudarles en sus casas ni tampoco en las residencias, que es donde más se muere” por Covid-19, denunció.
Ante esta situación el arzobispo consideró “urgente” volver a pensar cómo la sociedad trata a los miembros de la tercera y cuarta edad. “La institucionalización de los ancianos en las residencias no ha garantizado mejores condiciones de asistencia, tampoco para los más débiles”, lamentó, destacando que el documento ‘La vejez: nuestro futuro’ pretende precisamente “ayudar a salir mejor” de la pandemia.
Responde así el texto a la responsabilidad de la Iglesia católica de “asumir una vocación profética que indique el alba de un tiempo nuevo”. El grado de civismo de una sociedad y de una época, destacó Paglia, se mide de hecho por el modo “en que trata a los más débiles y frágiles”. Esa debilidad no debe ser vista como una “maldición”, sino como un camino “para encontrar a Dios en el rostro de Jesucristo”. El arzobispo insistió en esta idea al asegurar que los ancianos que incluso ya no pueden hablar “ejercitan el magisterio de la fragilidad, que nos recuerda a todos nuestra fragilidad y debilidad. Por eso no hay que descartarlos”.
También participó en la presentación del nuevo documento vaticano Bruno-Marie Duffè, secretario del dicasterio para el Servicio al Desarrollo Humano Integral, que denunció cómo el “pensamiento de un mundo cerrado y egocéntrico” lleva a una cultura en la que se sostiene que “no necesitamos a los demás: no necesitamos a los viejos, no necesitamos a los que van más despacio”.
Duffé criticó que, en algunos casos, los ancianos no hayan podido beneficiarse de las terapias de asistencia respiratoria debido al orden de acceso impuesto en la atención sanitaria. También lamentó los efectos psicológicos causados por las restricciones motivadas por la pandemia, como la dificultad para mantener las relaciones sociales y familiares.
“Los niños y los jóvenes ya no pueden reunirse con los mayores, que son mantenidos en estricto confinamiento. Esto ha provocado a veces trastornos psicológicos en algunos niños o jóvenes que necesitaban ver a sus abuelos. Al igual que los abuelos necesitaban ver a sus nietos, de lo contrario morirían de otro virus, quizá aún más grave: la pena”, dijo el secretario del dicasterio para el Servicio al Desarrollo Humano Integral.