El 12 de febrero de 2020 nacía la exhortación postinodal ‘Querida Amazonía’. Ni ‘viri probati’ ni diaconado femenino. El papa Francisco, apoyándose en Juan Pablo II, dejaba claro que “el carácter exclusivo recibido en el Orden, lo capacita solo a él –el sacerdote– para presidir la Eucaristía”. Del mismo modo, consideraba que dar acceso al Orden sagrado a las mujeres “nos orientaría a clericalizarlas, disminuiría el gran valor de lo que ellas ya han dado y provocaría sutilmente un empobrecimiento de su aporte indispensable”.
Ante la “acuciante necesidad” de estos pueblos de celebrar la eucaristía, el Pontífice exhortaba a todos los obispos, en especial a los de América Latina, “no solo a promover la oración por las vocaciones sacerdotales, sino también a ser más generosos, orientando a los que muestran vocación misionera para que opten por la Amazonía”.
Pese a que el pronunciamiento del Papa sobre este debate, que se dio en el Sínodo para la Amazonía celebrado en octubre de 2019 en el Vaticano, era muy esperado, la realidad es que el documento que incluye los “sueños” de Francisco para esta región ofrece claves imprescindibles para la Iglesia local y universal. Del total de 111 puntos distribuidos en cuatro capítulos, Vida Nueva recupera los 10 mensajes imprescindibles de Jorge Mario Bergoglio.
1. En el punto 10, el Papa denuncia “las peores formas de esclavitud, de sometimiento y miseria” con los indígenas cuando emigran a las ciudades. “En estas ciudades, caracterizadas por una gran desigualdad, donde hoy habita la mayor parte de la población de la Amazonía, crecen también la xenofobia, la explotación sexual y el tráfico de personas. Por eso el grito de la Amazonía no brota solamente del corazón de las selvas, sino también desde el interior de sus ciudades”, insiste.
2. “A los emprendimientos, nacionales o internacionales, que dañan la Amazonía y no respetan el derecho de los pueblos originarios al territorio y a su demarcación, a la autodeterminación y al consentimiento previo, hay que ponerles los nombres que les corresponde: injusticia y crimen. Cuando algunas empresas sedientas de rédito fácil se apropian de los territorios y llegan a privatizar hasta el agua potable, o cuando las autoridades dan vía libre a las madereras, a proyectos mineros o petroleros y a otras actividades que arrasan las selvas y contaminan el ambiente, se transforman indebidamente las relaciones económicas y se convierten en un instrumento que mata. Se suele acudir a recursos alejados de toda ética, como penalizar las protestas e incluso quitar la vida a los indígenas que se oponen a los proyectos, provocar intencionalmente incendios forestales, o sobornar a políticos y a los mismos indígenas”, denuncia en el punto 14.
3. En el punto 19, el Papa pide perdón a los pueblos originarios, ya que “no podemos negar que el trigo se mezcló con la cizaña y que no siempre los misioneros estuvieron del lado de los oprimidos, me avergüenzo”. “En el momento actual la Iglesia no puede estar menos comprometida, y está llamada a escuchar los clamores de los pueblos amazónicos”, añade. Del mismo modo, en el punto 25 reconoce que “miembros de la Iglesia han sido parte de las redes de corrupción, a veces hasta el punto de aceptar guardar silencio a cambio de ayudas económicas para las obras eclesiales”.
4. “Los distintos grupos, en una síntesis vital con su entorno, desarrollan un modo propio de sabiduría”, reconoce Francisco en el punto 32. Por ello, “quienes observamos desde afuera deberíamos evitar generalizaciones injustas, discursos simplistas o conclusiones hechas solo a partir de nuestras propias estructuras mentales y experiencias”, recalca.
5. “El riesgo de los evangelizadores que llegan a un lugar es creer que no solo deben comunicar el Evangelio sino también la cultura en la cual ellos han crecido, olvidando que no se trata de ‘imponer una determinada forma cultural, por más bella y antigua que sea’. Hace falta aceptar con valentía la novedad del Espíritu capaz de crear siempre algo nuevo con el tesoro inagotable de Jesucristo, porque ‘la inculturación coloca a la Iglesia en un camino difícil, pero necesario’. No temamos, no le cortemos las alas al Espíritu Santo”, dice el Papa en el punto 69.
6. “Es posible recoger de alguna manera un símbolo indígena sin calificarlo necesariamente de idolatría. Un mito cargado de sentido espiritual puede ser aprovechado, y no siempre considerado un error pagano. Algunas fiestas religiosas contienen un significado sagrado y son espacios de reencuentro y de fraternidad, aunque se requiera un lento proceso de purificación o de maduración. Un misionero de alma trata de descubrir qué inquietudes legítimas buscan un cauce en manifestaciones religiosas a veces imperfectas, parciales o equivocadas, e intenta responder desde una espiritualidad inculturada”, señala el Papa en el punto 79.
7. Francisco pide, en el punto 82, “recoger en la liturgia muchos elementos propios de la experiencia de los indígenas en su íntimo contacto con la naturaleza y estimular expresiones autóctonas en cantos, danzas, ritos, gestos y símbolos. Ya el Concilio Vaticano II había pedido este esfuerzo de inculturación de la liturgia en los pueblos indígenas, pero han pasado más de cincuenta años y hemos avanzado poco en esta línea”.
8. En el punto 98, Francisco recuerda que “no siempre podemos pensar proyectos para comunidades estables, porque en la Amazonía hay una gran movilidad interna, una constante migración muchas veces pendular. Por ello hay que pensar en equipos misioneros itinerantes”.
9. El Papa hace hincapié en el papel de la mujer en el punto 99. “En la Amazonía hay comunidades que se han sostenido y han transmitido la fe durante mucho tiempo sin que algún sacerdote pasara por allí, aun durante décadas. Esto ocurrió gracias a la presencia de mujeres fuertes y generosas: bautizadoras, catequistas, rezadoras, misioneras, ciertamente llamadas e impulsadas por el Espíritu Santo. Durante siglos las mujeres mantuvieron a la Iglesia en pie en esos lugares con admirable entrega y ardiente fe”, sostiene.
10. “En una Amazonía plurirreligiosa, los creyentes necesitamos encontrar espacios para conversar y para actuar juntos por el bien común y la promoción de los más pobres. No se trata de que todos seamos más ‘light’ o de que escondamos las convicciones propias que nos apasionan para poder encontrarnos con otros que piensan distinto. Si uno cree que el Espíritu Santo puede actuar en el diferente, entonces intentará dejarse enriquecer con esa luz, pero la acogerá desde el seno de sus propias convicciones y de su propia identidad. Porque mientras más profunda, sólida y rica es una identidad, más tendrá para enriquecer a los otros con su aporte específico”, comenta en el punto 106.