“Las posibilidades son muy remotas, aunque estamos trabajando en ello”, explica el rector de la UCA a Vida Nueva
La Sala de lo Penal del Tribunal Supremo confirmaba, el pasado 3 de febrero, la sentencia de la Audiencia Nacional –dictada en septiembre de 2020– por la que se condenaba al ex coronel y ex viceministro de Seguridad Pública de El Salvador, Inocente Orlando Montano, a la pena de 133 años y tres meses de cárcel por el asesinato en El Salvador del rector de la UCA, Ignacio Ellacuría, y de otros cuatro jesuitas españoles en 1989.
Con la sentencia española y la causa eclesial por iniciarse, ¿es posible que se reabra el caso en El Salvador? “Lamentablemente, tengo que decir que las posibilidades son muy remotas, aunque estamos trabajando en ello”, explica a Vida Nueva el rector de la UCA, Andreu Oliva, quien considera que la Corte Suprema “decidió, ilegalmente, recibir y resolver sobre un recurso de casación” dando por cerrado el caso de la autoría intelectual.
Desde la Compañía de Jesús han demandado a los jueces que la dictaron “por prevaricación, dado que mostraron negligencia e ignorancia de las leyes y los tratados internacionales”. De la resolución de esta denuncia, dependerá un futuro juicio.
El escrito del tribunal utiliza expresiones que van más allá de lo leído hasta ahora para referirse a la muerte de los españoles Ignacio Ellacuría, Ignacio Martín-Baró, Segundo Montes, Amando López y Juan Ramón Moreno, así como del jesuita salvadoreño Joaquín López, de la cocinera de la comunidad, Julia Elba Ramos, y su hija de 16 años, Celina Ramos. El Supremo habla de “un auténtico relato de terror que tuvieron que vivir las víctimas de este crimen de Estado”.
El escrito judicial desvincularía, pues, a Ellacuría y los suyos de cualquier acento político, uno de los peros a su posible beatificación, por su vínculo con la Teología de la liberación. Magro llega a definirles en la sentencia como “unas víctimas absolutamente indefensas a las que matan por unos teóricos ideales que tenían, y/o relacionándolos con movimientos de resistencia pública”.
Esta ‘canonización civil’ del Supremo se sumaría a la santidad por aclamación popular reclamada por cuantos les honran diariamente en la capilla de la universidad y participan cada año en la procesión de los farolillos. Pero, ¿supondrá un empujón para poner en marcha la causa de beatificación?
El rector de la UCA no tiene duda de sus virtudes heroicas y ha confirmado a Vida Nueva que “el arzobispo de San Salvador, José Luis Escobar Alas, ha manifestado su deseo de iniciar el proceso de reconocimiento eclesial de su martirio”. Sin embargo, esto no significa que se vaya a abrir de inmediato. Por un lado, se estaría valorando la pertinencia de oficializarlo ahora, ante un todavía complejo enjambre sociopolítico en El Salvador, con algo más que heridas abiertas.
Por otro, Oliva cree que “los mártires de la UCA no son más mártires que la decena de sacerdotes diocesanos, religiosas y centenares de catequistas que también fueron asesinados por el mismo motivo y con anterioridad a ellos”. De hecho, se muestra partidario de que, o bien “esperen su turno”, o que, incluso, puedan ser incorporados en un expediente junto a los demás. Sea antes o después, quien se ha referido en público y en privado a ellos como “mártires”, aunque no haya altar oficial en Roma, es el papa Francisco.