El rock como espejo de la divinidad. Así lo ve el escritor, traductor y poeta Alberto Manzano, y de ello da testimonio en ‘Aleluya’ (Libros Cúpula), un recorrido por la mística y las religiones en el rock, centrado, sobre todo, en cuatro figuras: Bob Dylan, Cat Stevens, George Harrison y, sobre todo, Leonard Cohen, del que Manzano fue traductor y buen amigo.
“En mi camino espiritual he podido ver cómo mi búsqueda se reflejaba en las letras de las canciones de numerosos músicos, y esa ha sido la premisa para escribir este libro –afirma–. Una especie de identificación con estos artistas que buscan en la espiritualidad respuestas que nos den la clave para poder llevar una vida plena”.
Manzano afirma tajante que “creo que, en mayor o menor medida, todos tratamos de llenar cierto vacío que encontramos en nuestras vidas, y estoy convencido de que la espiritualidad y las religiones son las fuentes originales donde poder llenar ese vacío y saciar nuestra sed”. Y él mismo admite que, “desde mi juventud, siempre he buscado en la espiritualidad respuestas a las cuestiones que la mayoría de los seres humanos nos planteamos sobre el significado de la existencia”.
Y esa fe la ha encontrado a través de la poesía y, como expone en su sorprendente libro, también en el rock que explora los límites interiores, como Highway 61 Revisited, el revolucionario disco de Bob Dylan que señaló el nacimiento de la cultura rock.
En Dylan, pero también en Cat Stevens, George Harrison y Leonard Cohen. “Desde hace más de cuarenta años, trabajo en una especie de cruzada en defensa de lo que considero que son los grandes poetas del rock, y siempre he visto que muchos de esos grandes poetas lo son, precisamente, por el trabajo espiritual que han llevado a cabo en su vida personal, y del que se nutre, evidentemente, su obra discográfica”, explica Manzano.
Cuatro músicos, cuatro religiones
“Cada uno de los artistas que he elegido representa una de las cuatro grandes religiones de la humanidad: el cristianismo-judaísmo, en el caso de Bob Dylan; el islam, con Cat Stevens; el hinduismo que inspira la obra de George Harrison; y el budismo cuando hablamos de Leonard Cohen. Esa es la razón por la que estos músicos fundamentan los pilares que sostienen este libro”.
Por supuesto, como apunta Manzano, “hay muchos más artistas de gran calado espiritual que podría haber escogido como fieles practicantes de esas religiones, pero, a nivel poético, la obra de Cohen, Dylan, Harrison y Stevens es la que, desde mi punto de vista, alcanza un nivel de excelencia espiritual que me ha permitido mostrarlos como ejemplo de cada una de esas cuatro religiones”.
Y a ellos les dedica su Aleluya, salvo un último capítulo que recoge el “desarrollo teológico” de otros intérpretes y compositores, como Patti Smith, Suzanne Vega, Nick Cave, Sinéad O’Connor, Johnny Cash, Van Morrison y Nico.
Cohen, el preferido
Entre todos ellos, Manzano exhibe su predilección por Leonard Cohen. “En el ámbito espiritual, probablemente no haya un músico que se haya sumergido tan profundamente como Cohen –manifiesta–, que no solo bebería de sus fuentes judías, sino de todos los manantiales religiosos originales: budismo zen, tras treinta años de práctica meditativa con su maestro japonés Joshu Sasaki Roshi; hinduismo vedanta, a partir de sus estudios con el maestro espiritual Ramesh S. Balsekar durante más de una década, y su primigenio encantamiento por la figura de Jesucristo, reflejado en canciones tales como Suzanne, Ain’t No Cure For Love y It Seemed the Better Way, o el sufismo”. De hecho, Manzano sentencia: “Próxima su muerte, acontecida en noviembre de 2016, sus últimos álbumes, Old Ideas, Popular Problems y You Want It Darker, contendrían la máxima expresión religiosa jamás oída en la historia de la música popular”.