Leo Bassi: “El humor tiene que ponerse del lado del frágil para reírse del poderoso”

El cómico Leo Bassi

Este payaso, cómico, bufón, descendiente de artistas circenses, tiene una historia que parece de ciencia ficción: conoció a Groucho Marx, ha actuado en medio mundo, le han perseguido, han atentado contra su vida, pero, sobre todo, ha hecho feliz a muchísima gente. Se puede disfrutar de su nuevo proyecto, ‘Yo, Mussolini’, en la Sala Mirador de Madrid de marzo a abril.



PREGUNTA.- ¿Cómo le encaja el traje de dictador?

RESPUESTA.- Es una larga historia. La gente me decía que físicamente me parecía a Mussolini y que debería intentar meterme en su piel. La ocasión se presentó con el auge de la extrema derecha en Europa. Y me animé. Conseguí el traje exacto cuando me lo hicieron en una sastrería militar. Lo clavaron. La primera vez que lo vi, dije: ¡Soy él! Ahora me dan ganas de tener un imperio o mandar a las tropas a la guerra. Muchas veces me pregunto ¿qué pasaría por la cabeza de un hombre como él? Ahora estoy descubriendo cosas del fascismo que, a mi edad, y siendo italiano, ignoraba.

P.- El humor es un buen instrumento para combatir discursos extremistas…

R.- Todos sus postulados se basan en el miedo para que la sociedad se someta. Pero la vida es lo contrario del miedo. Luego, la vida, bien vivida, es el peor enemigo de cualquier extremismo o fundamentalismo. Lo contrario al blanco o negro… el mundo es una escala de grises que desmonta todo ello.

P.- En 2006 colocaron un artefacto explosivo cerca de su camerino en el Teatro Alfil. ¿Quiénes le odian?

R.- La gente que no sabe escuchar, me da igual la ideología. En Polonia fui perseguido por la policía política comunista, por ejemplo, y ahora es al contrario. Los intolerantes son de todos los colores y no aceptan el humor. Lo de la bomba fue más grave de lo que la prensa dijo. Era un kilo de explosivo a un metro de mi camerino. Podía haber matado a muchas personas. Bombas para “matar” el humor… ya es doloroso.

P.- Cualquier chiste está permitido, pero ¿qué pasa cuando llega una pandemia?

R.- Esto es complicado porque no es criticable, ni tiene ninguna gracia y, además, está resultando dolorosísimo. Todos somos víctimas, no hay verdugos… el humor tiene que ponerse del lado del frágil para reírse del poderoso y aquí todos somos frágiles. España tiene una cosa buenísima que es el humor negro, pero incluso con este virus no nos sale el humor. Estamos bloqueados. (…)

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