El 23 de mayo de 1976, en un barrio de las afueras –en las llamadas “villas miseria”– de Buenos Aires, fueron secuestrados por el régimen militar imperante, con Jorge Videla al frente, los jesuitas Orlando Yorio y el húngaro Franz Jalics, sospechosos por su difusión de la Teología de la Liberación. Desde entonces mucho se ha escrito sobre la actuación del provincial, un joven Jorge Mario Bergoglio, acusado en su momento incluso por los propios secuestrados de haber sido el delator. Durante 5 meses permanecieron atados y con los ojos vendados en una prisión clandestina.
Camino de reconciliación
Para muchos de poco han servido las palabras de Bergoglio en su autobiografía ‘El jesuita’ (2010) señalando: “A mi edad y con las pocas conexiones que tenía, hice lo que pude en mi intercesión por los secuestrados”. Ni tampoco la confesión de Adolfo Pérez Esquivel defendiendo la actuación del inexperto provincial. De hecho, Orlando Yorio murió en el año 2000 y sus familiares siguen defendiendo la complicidad de Bergoglio con la dictadura argentina.
Este 13 de febrero ha muerto Franz Jalics, nacido en 1927 y afincado en Alemania desde 1978. Su camino de aceptación de los hechos y de reconciliación con Francisco ha sido diverso. Se reunió con el entonces arzobispo de Buenos Aires en el año 2000. Tras la elección del Papa argentino, el escritor de varios libros de espiritualidad –entre ellos ‘Jesús, maestro de meditación’ (PPC 2015)–, emitió una declaración en el que definitivamente daba “los hechos por cerrados”. De hecho, rememoraba el encuentro en la capital argentina donde ambos celebraron juntos la misa y se abrazaron “de forma solemne”.
Su muerte se ha producido a los 93 años en una residencia de Budapest como consecuencia de una enfermedad coronaria que le tuvo hospitalizado unas semanas atrás. Su deceso lo ha comunicado la casa de Ejercicios espirituales fundada por él, “Haus Gries”, donde vivió de 1984 a 2017, antes de volver a Hungría.