En una reunión en la provincia de Salta, los obispos de las once diócesis del noroeste argentino (NOA) emitieron un crítico comunicado dirigido al Pueblo de Dios.
Firmaron esta declaración los arzobispos de Salta y de Tucumán, Mario Cargnello y Carlos Sánchez, respectivamente; el obispo de Santiago del Estero y su auxiliar, Vicente Bokalic y Enrique Martínez Ossola; Luis Urbanc, obispo de Catamarca; Daniel Fernández, obispo de Jujuy; Dante Braida, obispo de La Rioja; Luis Scozzina, obispo de Orán; Melitón Chávez, obispo de Concepción; José Luis Corral, obispo de Añatuya; Félix Paredes, obispo prelado de Humahuaca; Pablo Moreno, Administrador Apostólico de la Prelatura de Cafayate; José María Rossi, obispo emérito de Concepción; y Roberto Ferrari, auxiliar de Tucumán.
Los prelados se mostraron cercanos a quienes, por el Covid-19, sufrieron la enfermedad o la pérdida de un ser querido, incluidos los consagrados. Con la convicción de que el dolor, vivido desde la Fe en el Misterio, es fecundo y redime a los hermanos, manifestaron: “deseamos animar, consolar y fortalecer a los que sufren y a quienes los cuidan“.
Democracia debilitada y amenazada
Valoraron el compromiso que asumen los que brindan un servicio a la sociedad, pero los pastores también expresaron su preocupación por los funcionarios de los tres poderes del Estado y los dirigentes (políticos, sociales, económicos, sindicales y religiosos), que anteponen “el bien personal, partidario o sectorial por encima del bien común, privilegiando a grupos y excluyendo a muchísimos conciudadanos”.
Además, aseguraron que ven en el país que “la democracia se viene debilitando progresivamente por la falta de escucha, de diálogo y de encuentro”. Necesitamos poner los bienes personales y sociales; espirituales, intelectuales y materiales al servicio de todos los argentinos”.
Los obispos afirmaron que la democracia está amenazada por la falta de respeto a la división de los poderes, la falta de independencia de la justicia, la falta de participación civil de los actores sociales, la promulgación de leyes injustas, inhumanas e inconstitucionales, como la del aborto.
Para servir al bien común, la democracia debe poner en el centro a la persona humana, especialmente los que están postergados o excluidos, respetando la Constitución Nacional, garantía de libertad y camino de fraternidad. Y aseguraron que la mejor vacuna contra las enfermedades sociales es apostar por el bien común.
Reconocimiento y pedido
En el comunicado, los obispos destacaron el esfuerzo de los trabajadores de la salud, de la educación y de los servicios esenciales; son ellos un aliento de esperanza en medio de tanto desconcierto, sufrimiento e injusticia, dijeron. Del mismo modo, reconocieron el testimonio de quienes cuidan, tanto a los enfermos como a los excluidos por las condiciones de vida precaria y la falta de oportunidades (trabajo, educación, vivienda).
“La pandemia no ha terminado, cuidémonos y cuidemos a los hermanos. Esperamos que la vacunación llegue a todos, especialmente a los sectores más vulnerables y necesitados“, manifestaron los obispos.
Pidieron asumir el compromiso de servir a todos, cuidar la vida y respetar la dignidad del niño por nacer, de la mujer vulnerada, de los ancianos, de los pueblos originarios, de las personas en consumo problemático), acrecentar la fraternidad, y cuidar la Casa Común.
Tomando como referencia a un hijo del norte argentino, Fray Mamerto Esquiú, expresaron que la vida y el ejemplo del próximo beato “nos desafíe a amar a la Patria y a cuidarla dando lo mejor de nosotros mismos, respetando la Constitución para defender a la sociedad de la tentación del autoritarismo y de la anarquía“.
Finalmente, se comprometieron como pastores a seguir acompañando al Pueblo de Dios, animando a todas las personas de buena voluntad y a los fieles cristianos a caminar juntos. “Hoy la Patria necesita nuestro testimonio gozoso de vida evangélica”, concluyeron los prelados.