Entre quienes son candidatos este año al Premio Nobel de la Paz están el movimiento Black Lives Matter, la Organización Mundial de la Salud (OMS), la joven activista contra el cambio climático Greta Thunberg… y, nuevamente el padre paúl argentino Pedro Pablo Opeka, el misionero que transformó un basurero de Madagascar en la “ciudad de la amistas”.
La candidatura ha sido presentada por el primer ministro de Eslovenia, Janez Jansa, quien ha destacado su ayuda “a las personas que viven en condiciones de vida espantosas”, según recoge Obras Misionales Pontificias (OMP). Algo que expresa de forma sobresaliente la asociación Akamasoa, fundada en 1989 y que contribuido a proporcionar 4.000 casas a personas sin hogar y familias y ha ayudado a educar a 13.000 niños y jóvenes en un basurero en las afueras de la capital de Madagascar, Antananarivo.
Compromiso durante la pandemia
El propio papa Francisco, en su visita apostólica al país en septiembre de 2019, acudió a esta ‘Ciudad de la Amistad’ fundada por este argentino nacido en 1948 e hijo de refugiados eslovenos. Su vida como vicenciano se ha desarrollado entre Eslovenia, Francia, Argentina y, desde 1976, en Madagascar.
Durante la pandemia del coronavirus, el sacerdote ha seguido trabajando en ayudas para las familias que más han sufrido las consecuencias económicas de las restricciones de la pandemia. El propio Okepa se alineó con el llamamiento del papa Francisco para condonar la deudas de los países más empobrecidos.