La Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos ha publicado un nota confirmando las indicaciones para el Triduo Pascual de 2020 e invitando a moderar la proliferación de transmisión de celebraciones
En el mismo día en el que comienza la cuaresma, en este Miércoles de Ceniza de 2021, la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos ha publicado un nota dirigida a los obispos y Conferencias Episcopales en el que reitera la validez de los dos decretos emitidos el año pasado para las celebraciones de la Semana Santa con motivo de la pandemia.
Puesto que las indicaciones litúrgicas de estas celebraciones especiales “no son enteramente aplicables, en tiempos excepcionales de crisis como estos”, el Vaticano ofrece “unas sencillas orientaciones” para velar por la seguridad sanitaria de los fieles. Por ello, en la nota firmada por el cardenal Robert Sarah como prefecto de la citada congregación –y el secretario Arthur Roche– se propone volver a estudiar el decreto titulado ‘En tiempo de Covid-19’ y que vio la luz el 19 de marzo de 2020 –completado con un segundo decreto el 25–.
A partir de la experiencia, en el texto vaticano alaba el uso de los medios de comunicación durante el confinamiento aunque, advierte, “también se han observado aspectos problemáticos”. Por ello, ante la proliferación de transmisiones, recomienda “facilitar y privilegiar la difusión mediática de las celebraciones presididas por el obispo, animando a los fieles que, no puedes asistir a su propia iglesia, a seguir las celebraciones diocesanas como signo de unidad”.
En la nota se retoma la consideración de que se puede trasladar la misa crismal para garantizar que “participe una representación significativa de pastores, ministros y fieles”. Además de ratificar las normas para las celebraciones del Triduo Pascual, anima a “preparar subsidios adecuados para la oración en familia y personal, potenciando también algunas partes de la Liturgia de las Horas”.
Entre las medidas ya adoptadas el año pasado estaban el mantenimiento de las fechas de la Pascua, el posible traslado de la misa crismal, la supresión del gesto del lavatorio de los pies o el monumento en los oficios del Jueves Santo, la simplificación de la adoración de la cruz el Vienes Santo y, en la Vigilia Pascual, “se omite el fuego, se enciente el cirio y, omitida la procesión, se hace el pregón pascual”. También se omiten todos los gestos de la liturgia bautismal y simplemente “se renuevan las promesas bautismales”.