“Recibir la vacuna es un deber para protegerse y proteger a los demás, las principales dificultades son morales y materiales, y es necesario tener un programa de la Comunidad Internacional para ofrecer a los más pobres, a los más vulnerables, esta posibilidad de recibir la vacuna, pero también las terapias contra el virus”. Así lo ha subrayado Bruno Marie Duffé, secretario del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, en su intervención en el webinar ‘El cuidado de las personas, los pueblos y el planeta en tiempos de pandemia’.
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El seminario, dirigido al Cuerpo Diplomático ante la Santa Sede, ha estado orientado a analizar las consecuencias de la pandemia y la respuesta de los países ante la vacuna anti Covid desde la perspectiva ética, recordando, ante todo, la urgencia de que se garantice que “nadie se quede atrás”.
Egoísmo nacional
Duffé ha subrayado las dificultades que atraviesan muchos países para acceder a las vacunas contra el coronavirus. “Lamentablemente existe un egoísmo nacional y eso es la tentación más grande, los países ricos pueden pensar que tienen los medios, tienen el dinero, tienen las posibilidades para curar a los suyos sin pensar a los otros, particularmente sin pensar a los que no tienen las posibilidades para recibir esta terapia”.
Por eso, ha remarcado que hay que asimilar la creencia de que esta vacuna es “un bien común”. “Hay que pensar que estamos curando a la humanidad entera, es decir, que tenemos que desarrollar un pensamiento de curar a la humanidad y de curar las posibilidades de un futuro de la vida sobre el planeta”, ha dicho. “Esta es la visión de la Iglesia y del papa Francisco particularmente, se puede decir que recibir esta vacuna es un deber para protegerse y para proteger a los demás”.