“En el tiempo de Cuaresma, el Espíritu Santo también nos urge, como a Jesús, a entrar en el desierto. No se trata de un lugar físico, sino de una dimensión existencial en la que callar, escuchar la palabra de Dios, para que se produzca en nosotros la verdadera conversión”. Así lo ha afirmado el papa Francisco durante el rezo del ángelus de hoy, primer domingo de Cuaresma.
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“El miércoles pasado”, ha dicho, “con el rito penitencial de las cenizas, iniciamos el camino de Cuaresma. Hoy, primer domingo de este tiempo litúrgico, la Palabra de Dios nos muestra el camino para vivir fructíferamente los cuarenta días previos a la celebración anual de la Pascua”. Un camino marcado por el hecho de que, antes de comenzar su predicación, Jesús “se retiró durante cuarenta días en el desierto, donde fue tentado por Satanás”.
“El evangelista”, ha apuntado Francisco, “subraya que el Espíritu llevó a Jesús al desierto”. Así, aquel mismo Espíritu Santo que “descendió sobre él inmediatamente después del bautismo recibido por Juan en el río Jordán”, fue el que “ahora lo empuja a ir al desierto, para enfrentar al Tentador”. Y es que “toda la existencia de Jesús está puesta bajo el signo del Espíritu de Dios, que lo anima, inspira y guía”.
Ir al desierto
El Papa ha reflexionado también acerca de “ese entorno natural y simbólico tan importante en la Biblia” que es el desierto. “Es el lugar donde Dios habla al corazón del hombre y donde fluye la respuesta a la oración”, ha dicho, “pero también es el lugar de prueba y tentación, donde el Tentador, aprovechándose de las debilidades y necesidades humanas, insinúa su falsa voz, alternativa a la de Dios”.
“De hecho, durante los cuarenta días vividos por Jesús en el desierto, el ‘duelo’ entre Jesús y el diablo, que terminará con la Pasión y la cruz”, ha subrayado el Papa, apuntando que la muerte, para Jesús, “fue el último desierto que atravesar para derrotar definitivamente a Satanás y liberarnos a todos de su poder”.
“Cada año al comienzo de la Cuaresma”, ha concluido el Papa, “este Evangelio de las tentaciones de Jesús en el desierto nos recuerda que la vida del cristiano, tras las huellas del Señor, es una batalla contra el espíritu del mal”. Así, el evangelio “nos muestra que Jesús se enfrentó voluntariamente al Tentador y lo venció; y al mismo tiempo nos recuerda que al diablo se le concede la posibilidad de actuar sobre nosotros también con tentaciones”.
“Necesitamos ser conscientes de la presencia de este enemigo astuto, interesados en nuestra perdición eterna, nuestro fracaso, y prepararnos para defendernos de él y luchar contra él”, ha advertido Francisco, subrayando que “con el diablo no se debe entrar nunca en diálogo”. “La gracia de Dios nos asegura, con fe, oración y penitencia, la victoria sobre el enemigo”, ha insistido.
Santa Faustina Kowalska
Al final del rezo del ángelus, el Papa ha recordado que, hace 90 años, en Polonia, “Jesús se manifestó a santa Faustina Kowalska”, la cual, junto a Juan Pablo II, “hizo llegar a los cristianos el mensaje de la misericordia”.
Asimismo, ha recordado la presencia en la plaza de San Pedro de los jóvenes del grupo Talitha Kum, centrado en prevenir y luchar contra la trata de personas.