Cada dos semanas, el hermano Julio José Moreno, religioso Franciscano de la Cruz Blanca, coge su furgoneta para ir a clubs, chalets y casas de citas con el objetivo de acercarse a mujeres y transexuales en contextos de prostitución en Sevilla. Siempre trabajando en red con las hermanas Oblatas y Villa Teresita, tratan de ser casa y familia para estas personas. Y lo consiguen, porque están conectados con ellas por teléfono.
Cuando tienen alguna dificultad, no dudan en coger el móvil para hablar con su hermano. “Aunque parezca increíble, en espacios supuestamente profanos también se habla de Dios. La mayoría de chicas con las que contacto tienen una gran confianza en Dios y, en medio de la realidad en que muchas veces viven, son capaces de mantenerse en pie y decir ‘gracias a mi buen Dios’, ‘lo que Dios quiera’, ‘pide por mí’, ‘mi Dios te pague’. De hecho, uno de los regalos que esta Navidad les hicimos fue el Evangelio 2021, que acogieron con una gran alegría”, explica a Vida Nueva. Es más, está en proyecto, porque “es deseo de muchas”, crear un grupo de oración y encontrarse una vez al mes para “compartir fe y vida”.
PREGUNTA.- ¿Cómo comienza su relación con esta realidad?
RESPUESTA.- La primera vez que tomé contacto con esta realidad fue a través de Pastoral Penitenciaria en Granada, donde llevaba un grupo de oración en el módulo de mujeres y donde participaban varias chicas ‘trans’. Los Hermanos de la Cruz Blanca llevamos un programa de acercamiento a mujeres en situación de vulnerabilidad en contextos de prostitución llamado O’Cambalache, donde la congregación me pidió que, como trabajador social, participara en las unidades móviles y en el acompañamiento de esta realidad.
Ahí pude entrar en un contacto más directo con chicas ‘trans’ y pude ver las dificultades a las que se enfrentan. Uno de los lemas de Cruz Blanca es Acoger y servir sin distinción, por lo tanto, no solo en espacios de prostitución, sino en nuestras casas familiares, los hermanos hemos tenido acogidas a personas ‘trans’, desde el pleno reconocimiento, respeto e inclusión de las mismas.
P.- ¿Qué le han enseñado estas personas?
R.- Estas personas me han enseñado autenticidad. Ellas, a pesar de todas las barreras y dificultades a las que se enfrentan, son mujeres valientes y auténticas, que se enfrentan a la sociedad y a la vida aún sabiendo los obstáculos que saben que tienen que afrontar.
P.- ¿Cuál es el servicio que les presta?
R.- Nuestro servicio como Franciscanos de la Cruz Blanca es el modelo de intervención centrado en la persona. Tratamos de dar una respuesta a las necesidades básicas que ellas necesitan, reconociendo a cada persona como única y pluridimensional, desde el asesoramiento espiritual, social, sanitario, jurídico y psicológico.
Y el principal servicio es ofrecerle mi mano de hermano y amigo, donde ellas puedan crear redes de apoyo y sepan que no están solas. Cruz Blanca trata de acoger, acompañar y transformar.
P.- ¿Qué le diría a la Iglesia para que sea una casa de puertas abiertas para las personas ‘trans’?
R.- Dios es amor, por lo tanto, lo propio de los que llevamos el nombre de cristianos es amar, amar con un amor sin fronteras, con un amor incondicional y con un amor que frente a la otra persona, a nuestro prójimo, nos lleva a acogerlo y reconocerlo como hijo e hija de Dios amado.
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