La Iglesia de Bilbao da voz a las víctimas de ETA

El séptimo encuentro por la paz se ha celebrado este fin de semana con el objetivo de reflexionar sobre la memoria que se transmite a las nuevas generaciones

La Iglesia de Bilbao da voz a las víctimas de ETA

Dar voz a las víctimas de ETA. Pero, sobre todo, asegurarse de hacer memoria para que las nuevas generaciones, conscientes de lo sucedido, no vuelvan a repetirlo. Esta es la intención del encuentro celebrado el pasado sábado, 20 de febrero, por la Diócesis de Bilbao. Esta vez, la séptima, de forma virtual, para garantizar las medidas de seguridad ante la pandemia del Covid-19, pero siempre con la misma intención de promover la paz y la reconciliación en el pueblo vasco.



De esta manera, es responsabilidad de los adultos “reflexionar sobre su papel en la transmisión de la memoria, pero también de las nuevas generaciones sobre qué hacer con esa memoria que han recibido”, dijo Joseba Segura, obispo auxiliar de la diócesis. Ellos, los jóvenes, deben tener presente “qué han de recordar del pasado para intentar no hacer lo mismo y lograr un mundo mejor” y que “la sociedad del futuro sea un espacio más justo y más pacífico de convivencia”.

El primer encuentro por la paz de la Iglesia de Bizkaia se celebró en 1996, con una peregrinación hasta el santuario de Urkiola que se repitió durante tres años consecutivos. Hace siete años se organizó un primer encuentro en Gernika. Fue el primero en el que se escucharon los testimonios de las víctimas, fuera cual fuera su signo y condición. En esta ocasión, se ha querido centrar el encuentro en la reflexión sobre la memoria que se transmite a las nuevas generaciones.

La voz de las víctimas

“La Iglesia es una comunidad experta en memoria”, continuó el prelado. “Las comunidades cristianas recuerdan, cada día, a una víctima injustamente condenada a muerta, a quien reconocen y confiesan como Dios mismo”. Por ello, “es imprescindible que profundicemos como comunidad diocesana de Bizkaia en la memoria de lo acontecido entre nosotros, donde ha habido tantas víctimas que han sufrido injustamente, para contribuir en este valioso tesoro de memoria transmitida a las nuevas generaciones a la construcción de una sociedad más fraterna, reconciliada. Al modo que Dios mismo la quiere”.

En el encuentro participó la escritora y académica Lourdes Oñederra. “Me crié en una familia nacionalista en la que se me enseñó por qué no estaba bien celebrar el asesinato de Carrero Blanco. Yo tenía 15 años en ese entonces”, apuntó. Y es que, tal como lo entiende Oñederra, “cuando se deja de hablar en singular, ‘nuestro país’, ‘nuestro pueblo’, ‘nuestro idioma’, ‘nuestra lucha’, resulta aun más absurdo y más cruel que se haya llegado a asesinar a tantas personas en nombre de esas ideas”.

A la conferencia de la escritora le siguió el testimonio de las víctimas, las cuales apelaron directamente a los más jóvenes. Abel Uceda, hijo de César Uceda, asesinado por ETA, señaló que, para que la historia no se repita, la educación es fundamental. “La sociedad tiene que saber perdonar y saber lo que ha sucedido. Si no no podemos reconciliarnos. No podremos vivir en paz”, dijo.

Asimismo, Dori Monasterio, hija de Fermín Monasterio, asesinado por ETA, pidió que lo ocurrido “nunca más vuelva a suceder” y apeló, tanto a las víctimas como al conjunto de la sociedad a “dar pasos” para que sea así. También Iván Ramos, hijo de Maite Torrano, asesinada por ETA, insistió en la importancia de que “no se olvide todo lo que ha pasado”. Pero también de que “se escriba la historia con todo lo que ha sucedido, que no se olvide nada. Y que la juventud sea mucho más inteligente de lo que hemos sido nosotros”. Por último, a los jóvenes, María José Agirre, hermana de José María Agirre, asesinado por ETA, apuntó que a los jóvenes les diría que lo ocurrido “fue injusto” y “que tienen que aprender” de ello.

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