La basílica de Santa María del Mar de Barcelona acogió este primer domingo de cuaresma, 21 de febrero, la misa ‘Sent la Creu’ organizada por la delegación de Pastoral Juvenil de la archidiócesis de Barcelona. Una eucaristía que estuvo presidida por el cardenal Baltazar Porras, arzobispo de Mérida (Venezuela), quien se mostró agradecido por la tradición misionera que une a Cataluña con el país latinoamericano.
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Una rica tradición
“La eucaristía en aquella tierra [del norte de Venezuela] semiárida, poblada por los pacíficos indios caquetíos, bien tratados por las huestes de Juan de Ampíes, levantaron con maderas del lugar, la primera cruz, a cuya vera se celebró la primera eucaristía en tierra firme para dar gracias a Dios por aquel encuentro pacífico y acogedor entre ambos mundos”, recordó ante la celebración en torno a la cruz.
Una tierra en la que, en medio de las dificultades, fue enraizándose la de cristiana –incluso en momentos en los que fue prohibida la religión y los bautismos “realizados por los familiares o las comadronas, pues la presencia del sacerdote fue esporádica o inexistente” y las tradiciones continuaron–. “Me atrevo a afirmar que fue casi un milagro mantener viva la fe, una premonición de la importancia y protagonismo de la condición bautismal para conservar y desarrollar la fe católica”, señaló.
“El siglo XX marcó un resurgir”, prosiguió, destacando que “surgió un nuevo rostro con renovado vigor eclesial, en medio de la bonanza petrolera y la estabilidad política de la segunda mitad del siglo XX, en contraste con la inestabilidad de otros países del subcontinente”.
Una pandemia que cuestiona
“El momento actual es inédito y cuestionante. La pandemia es otro capítulo más en el camino lleno de espinas y abrojos para la evangelización en nuestra patria”, destacó. “Todas las instituciones han sufrido los embates de un sistema populista y excluyente, que ha sumido al país en pobreza extrema, con la desaparición de buena parte del aparato productor, con la restricción de las libertades, y, con el mayor éxodo de nuestra historia, con cifras que rondan más de 5 millones de personas diseminadas por el mundo entero”, denunció el purpurado.
“La cruz del sufrimiento, el Covid y las crisis sociales, económicas y políticas que padecemos, es causada por los hombres. No es castigo de Dios ni consecuencia de los desastres naturales, ni la falta de recursos, ni las enfermedades o plagas que nos envían los supuestos enemigos externos”, clamó el cardenal Porras. “Es el propio ser humano, capaz de lo mejor y lo peor, el autor principal de la crisis”, sentenció.
“Son los sistemas económicos y políticos impuestos por hombres de carne y hueso, los que esclavizan, no liberan ni producen igualdad”, denunció; a la vez que destacó que “también es cierto que el hombre es capaz de acciones nobles. Cuántos héroes anónimos que dan su vida por salvar a los enfermos, a los pobres, para crear una sociedad más justa. Cuántos creyentes, y también agnósticos o lejanos a la fe, dan lo mejor de sí, por el bien de los demás”.
“Estamos atravesando un desierto, lleno de interrogantes e inquietudes. En este desierto es donde vivimos experiencias fundamentales y aprendizajes básicos para superar las tentaciones que paralizan y arruinan vidas”, lamentó. “Por ello, el papa Francisco nos invita a avizorar el mundo de la postpandemia sin añoranzas vanas del pasado, con la necesidad de ser creativos para un mejor futuro”, concluyó.