Tanto la policía judicial como la científica han determinado que la explosión de un edificio en la madrileña calle de Toledo el pasado 20 de enero fue un accidente. Así lo ha ratificado el juzgado de Instrucción número 35 de Madrid, decretando el sobreseimiento de las diligencias iniciadas –aunque cabe recurso en los 3 días siguientes–. La explosión redujo a escombros varias plantas de la casa parroquial de La Paloma y fallecieron 4 personas incluidos el sacerdote Rubén Pérez Ayala y el feligrés David Santos Muñoz.
La causa: un escape de gas
“La etiología de la explosión fue accidental, sin que haya podido establecerse otra causalidad distinta, habiendo sido provocada la explosión por un escape de gas natural, que se desarrolló de forma lenta, continua y prolongada en el tiempo”, señala específicamente la Policía Judicial. Dicho escape “motivó que las referencias de olor a gas fueron discontinuas, no llegando a generar alarma entre los residentes en el edificio hasta momentos antes de la explosión”, apunta el auto judicial.
Para los peritos, “el escape se situó entre la primera caldera del edificio y la acometida de suministro, no habiendo influido en la causa de la explosión las posibles irregularidades administrativas o no de la instalación”. Ahora bien, se descarta “la posible manipulación que hubieran realizado David y Rubén coadyuvara a la causa de la explosión; constatándose la existencia de roturas de agua que socavaron el subsuelo del edificio en alguna medida, lo que influyó directa o indirectamente sobre la conducción y la acometida de gas natural”, precisan los investigadores. Según el informe, la explosión “se debió a la desconexión del tubo de suministro de gas natural de la llave de acometida, debido a un movimiento de terreno en el lugar, que habría afectado a la misma”.