Recientemente, tuvo lugar en Madrid la entrega de los Premios CEU Ángel Herrera. Un encuentro de referencia para la familia de la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP) y que, en su 24ª edición, entregó sus galardones en 12 categorías. En la de Solidaridad, el reconocimiento fue para el Hogar Nazaret, enclavado en pleno Amazonas peruano y dirigido por el misionero bilbaíno Ignacio María Doñoro.
Ordenado sacerdote en 1989, Doñoro fue varios años capellán militar, participando en misiones especiales en Bosnia y en Kosovo, tras lo que se le destinó a la Comandancia de la Guardia Civil de Intxaurrondo. Tras fundar una ONG para apoyar a niños en riesgo de extrema pobreza, abrió casas de rescate en Tánger, Mozambique, Colombia o El Salvador. Hasta que, como él mismo relata a Vida Nueva, “en 2011, pedí la excedencia para irme con los más pobres de los pobres a la selva del Amazonas”.
Ubicada la comunidad en la región peruana de San Martín, la población vive en un entorno condicionado por un extractivismo voraz (de hidrocarburos, madera, minería, cocales), por la incomunicación (es difícil acceder a ella por vía terrestre) y por la amenaza del narcotráfico, que busca monopolizar la hoja de coca.
Un lugar de esperanza
Sin apenas alternativas sanitarias o educativas, muchos ponen sus esperanzas en el Hogar Nazaret, que, coordinado con las parroquias y las escuelas, conocedoras de la situación de las familias, ofrece un entorno seguro y fraterno a los niños y adolescentes en situaciones de vulnerabilidad.
El Hogar Nazaret cuenta con cinco casas (dos en Carhuapoma y tres en Bellavista) y una escuela de fútbol. La comunidad, como cuenta Doñoro, “nació en el corazón de Jesús, que reclama una humanidad nueva y que proclama que los más pequeños y destrozados son sus preferidos. Existe para servir a los últimos, a los humillados, a los que lloran, a los que tienen hambre y sed de justicia. Existe por amor y para amar”.