El Papa ha recibido hoy en audiencia a la delegación del Centro de Solidaridad Franciscana de Florencia
“Queridos amigos, ¡sigan adelante con valentía en su trabajo! Le pido al Señor que les apoye, porque sabemos que nuestro buen corazón y nuestra fuerza humana no son suficientes. Antes de las cosas por hacer y más allá de estas, cuando nos enfrentamos a un pobre estamos llamados a un amor que nos hace sentirlo como nuestro hermano, nuestra hermana; y esto es posible gracias a Cristo, que está precisamente en esa persona”. Así se ha dirigido el papa Francisco a la delegación del Centro de Solidaridad Franciscana de Florencia, a quienes a recibido hoy, 1 de marzo, en el Vaticano.
“Les aseguro mis oraciones para que el Señor, por intercesión de san Francisco, les guarde siempre la alegría de servir, la alegría de acercarse a ustedes, la alegría de tener compasión, la alegría de hacer las cosas con ternura”, afirmó el Papa. Y es que, como él mismo recordaba durante la audiencia, “desde hace muchos años”, este Centro ha realizado en la ciudad de Florencia “un precioso servicio de escucha y cercanía a personas que se encuentran en difíciles condiciones económicas y sociales: familias que tienen que afrontar dificultades de diversa índole; personas mayores o discapacitadas que necesitan apoyo y compañía”.
“En primer lugar”, ha dicho el Papa, “me gustaría decirles ‘gracias’ por esto”, ya que, “en un mundo que tiende a correr a dos velocidades, que por un lado produce riqueza pero, por otro, genera desigualdad, esta es una obra de asistencia eficaz, basada en el voluntariado y, a los ojos de la fe, está entre aquellos que siembran las semillas del Reino de Dios”.
“De hecho”, ha continuado Francisco, “al venir al mundo y anunciar el Reino del Padre, Jesús abordó las heridas humanas con compasión”. Para ello, “se acercó sobre todo a los pobres, a los marginados y descartados; se acercó a los descorazonados, abandonados y oprimidos”. “Cristo nos ha revelado el corazón de Dios” como el de un padre “que quiere protegernos a todos; defender y promover la dignidad de cada uno de sus hijos e hijas”.
Además, es quien “nos llama a construir las condiciones humanas, sociales y económicas para que nadie sea excluido ni pisoteado sus derechos fundamentales, y que nadie deba sufrir la falta de pan material o de la soledad”. Asimismo, Francisco ha puntualizado que “en esta obra os inspira el testimonio luminoso de san Francisco de Asís, que practicó la fraternidad universal y ‘en todas partes sembró la paz y caminó junto a los pobres, los abandonados, los enfermos, los rechazados, los más pequeños'”.
“Tratando de seguir su ejemplo, lleváis casi cuarenta años realizando este servicio, que es un signo concreto de esperanza, y también de contradicción en la ajetreada vida de la ciudad, donde muchos se encuentran solos con su pobreza y sufrimiento”, ha aseverado el Papa. “Un signo que despierta conciencias dormidas y nos invita a salir de la indiferencia, a tener compasión por los heridos, a inclinarnos con ternura sobre los aplastados por el peso de la vida”, ha aseverado. Y, ante ello, ha apuntado las tres palabras “del estilo de Dios”: cercanía, compasión y ternura.