El prelado presidió la eucaristía en la catedral turolense y recibió como regalo un nuevo báculo antes de su toma de posesión como obispo coadjutor de Almería
Antonio Gómez Cantero se ha despedido de la diócesis de Teruel y Albarracín, antes de partir para su nuevo destino como coadjutor de Almería. Lo ha hecho este domingo, 28 de febrero, con una eucaristía en la catedral de Teruel en la que el prelado no ha disimulado su emoción. De hecho, Gómez Cantero comenzó su homilía asegurando que “el corazón sangra por donde ama”.
El obispo ha tenido un recuerdo especial por todas las víctimas del coronavirus, así como a “todos y a cada uno de los que formáis esta querida diócesis, y también a los que nos rodean, pero que sin ser del todo creyentes hemos hecho muy buenas migas, por todo lo que hemos compartido, por la cultura que hemos promovido, por los diálogos profundos que hemos mantenido”.
Gómez Cantero también tuvo palabras de gratitud para sus colaboradores y “por el trabajo infatigable de Cáritas, el de Jesús que lava los pies y sana las heridas de los descartados. Gracias a Manos Unidas y el esfuerzo de hormigas en el diseño de los proyectos para el tercer mundo. Gracias a la Acción Católica General, dinamizadora de tantos encuentros de formación y oración en nuestras parroquias”. A estos movimientos se han añadido la Pastoral Penitenciaria, las SEPAS (pastoral de las personas separadas) y a la Hospitalidad de Lourdes; así como “a los que animáis la pastoral de las parroquias, tantas personas voluntarias, laicas y consagradas, que me habéis mantenido despierto; amigos y familias siempre ¡tan cerca! que formáis ya parte de mi vida y permanecéis en mi corazón”.
“Lo importante es probar, diseñar nuevos y valientes proyectos, y si no salen, pues cambiamos, pues el desafío que hoy tiene nuestra Iglesia (es decir, el que todos tenemos) no nos permite el lujo del inmovilismo. El Espíritu Santo que nos mueve: es empuje, creatividad, dulzura, ternura, gozo… y todos los dones que de él hemos recibido”, pidió a los sacerdotes y a los consejos pastorales.
La diócesis turolense ha regalado al que ha sido su obispo un báculo sencillo en agradecimiento por “la fe, su alegría y su acompañamiento”, en palabras del vicario general de la diócesis, Alfonso Belenguer. Además, ha destacado que durante este pontificado de 4 años, el prelado ha mostrado a los diocesanos “la ternura de Dios”.