La JOC y la HOAC, ante el 8-M, apelan a “un cambio del sistema económico y cultural” que conduzca a la “igualdad real”

Las mujeres padecen lacras como la explotación laboral, la trata, una difícil conciliación familiar, la creciente brecha de género en el mercado laboral o el impacto de la pandemia

La JOC y la HOAC, ante el 8-M, apelan a “un cambio del sistema económico y cultural” que

De cara al 8-M, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, la Juventud Obrera Cristiana (JOC) y la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) han hecho público un manifiesto conjunto en el que llaman a la comunidad cristiana a que se comprometa a seguir construyendo una “igualdad real”.



Difundido este jueves 4 de marzo, las organizaciones eclesiales denuncian en el manifiesto las principales lacras que padecen hoy las mujeres en España: la explotación laboral (hasta el extremo de llegar muchas de ellas a ser víctimas de la trata), la difícil conciliación familiar, la creciente brecha de género en el mercado laboral o el impacto de la pandemia, que se ha cebado de un modo especial con las mujeres a un nivel económico.

Ocultas e invisibilizadas

“En nuestro país –lamentan la JOC y la HOAC–, se está produciendo un auge en la trata de mujeres explotadas laboralmente. Sin embargo, permanecen, en la mayoría de los casos, ocultas e invisibilizadas. Mujeres traídas bajo promesas de un trabajo digno cuando lo que les espera es una situación de esclavitud y amenazas continuas”.

Un mal que documentan con una estremecedora estadística: “En el mundo, la mayor parte de las víctimas de trata son mujeres adultas (49%), seguidas de las niñas (23%), siendo la explotación laboral el segundo motivo después de la explotación sexual”.

Respecto a la conciliación familiar, observan que “sigue siendo un asunto pendiente que se ha hecho aún más evidente ahora. Según el Instituto Europeo de la Igualdad de Género (EIGE), el 84,5% de las mujeres en nuestro país realizan tareas domésticas cada día y solo un 41,9% de los hombres cocinan o hacen otro tipo de trabajo dentro de la casa a diario. En esta falsa conciliación familiar, el teletrabajo se está convirtiendo en un arma de doble filo para las mujeres con un incremento en la carga de trabajo de cuidados y una pérdida en las relaciones laborales comunitarias”.

Más precariedad

En cuanto a la brecha de género en el mercado laboral, una constante en toda nuestra historia como país, hoy “sigue en aumento, acelerándose en estos últimos meses”. Así, como apunta el último informe del Instituto de la Mujer, “aumenta la proporción de las mujeres en las estadísticas de desempleo, del trabajo precario, a tiempo parcial o en la economía informal”. Sin olvidar que, en este tiempo de pandemia, “hay sectores en los que abunda la mano de obra femenina, como el turismo, comercio o la hostelería, que corren un serio riego de retroceso y generación de despidos”.

En este sentido, el impacto del COVID-19 “ha sido muy duro para las mujeres”, y “particularmente desproporcionado” para las más jóvenes, que sufren “mayor precariedad y peores condiciones laborales”. Algo que la JOC y la HOAC vuelven a documentar con cifras: “En el segundo trimestre de 2020, la proporción de mujeres jóvenes ocupadas a tiempo parcial (29,2%) casi duplicaba la de los hombres en la misma situación (17,6%). En las personas jóvenes menores de 25 años, la tasa de paro llegó casi al 40%”.

Ante este oscuro panorama, ambas entidades eclesiales ven necesario y urgente “un cambio del sistema económico y cultural que posibilite que todas las mujeres tengan el derecho a un trabajo digno, siendo reconocidas y respetadas como iguales, tanto en lo personal como en lo profesional”.

Medidas concretas

Con el fin de concretar su propuesta, reclaman varias medidas a adoptar, como “el desarrollo de políticas en el teletrabajo que permitan una conciliación familiar para hombres y mujeres” o “el establecimiento de los controles e inspecciones oportunas en los lugares de trabajo para asegurar que se cumplan las leyes contra la trata de personas”.

“Para poder realizar un cambio profundo en la sociedad –reiteran– es necesario promover una educación basada en valores de igualdad, respeto, solidaridad y complementariedad, en la que renunciemos a los cánones impuestos de feminidad y masculinidad que no permiten desarrollarnos de manera integral como personas libres e iguales con la dignidad que nos otorga ser hijas e hijos de Dios”.

Por ello, “al igual que en su momento hizo María”, urge dar un “sí” al “compromiso por la creación de un mundo nuevo”. Algo que hay que acometer “junto al resto de compañeras y compañeros de las organizaciones sindicales, eclesiales, feministas y sociales”, con los que “nos comprometemos a seguir trabajando por hacer real la igualdad de todas y todos”.

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