José Vicente Conejero Gallego agradeció las muestras de solidaridad y cercanía por la situación que se vive en la provincia
Con una carta dirigida a sus hermanos obispos, el titular de la diócesis norteña dio las gracias por los mensajes de oración y apoyo fraterno “en estos dolorosos momentos que vivimos”.
Comentó que la presente situación que viven es una ocasión propicia para confesar la fe en Jesús crucificado y resucitado y ser sus testigos. Asimismo, compartió el lema pastoral diocesano de este año: “Jesucristo es el Señor de todos; dichosos quienes confían en Él”.
José Vicente Conejero Gallego afirmó que “Su Espíritu nos hace recordar su enseñanza y su vida: Felices los que tienen alma de pobres, los pacientes y afligidos, los que tienen sed de justicia, los misericordiosos, los puros de corazón, los que trabajan por la paz, los perseguidos por practicar la justicia, los perseguidos… (cf. Mt 5, 1-12). Él, que pasó haciendo el bien y curando a todos, nos ha dejado un ejemplo a fin de que sigamos sus huellas (Hech. 10, 38; 1Pe 1, 21)”.
El obispo de Formosa sostuvo que, desde hace décadas, la paz y la justicia social son los más grandes signos y problemas de nuestro tiempo. Y recordó que en el Catecismo de la Iglesia Católica se menciona que la aspiración profunda de la justicia social debe tener su base en el respeto de la dignidad del hombre, lo que exige un esfuerzo para reducir las desigualdades sociales y económicas.
Refiriéndose a las causas que generaron una jornada de protesta de los ciudadanos y la represión policial, afirmó: “no nos quepa la menor duda, de que tanto estas desigualdades, como la avaricia, raíz de todos los males… y de innumerables sufrimientos (1Tim 6,10), inciden en esta situación formoseña”.
Pidió que al modo del papa Francisco en estos días en Irak, “busquemos la paz, erradiquemos toda forma de violencia, cooperemos en instaurar la fraternidad universal”.
Finalmente, reiteró su agradecimiento a todos los obispos y en especial a los de la región por las palabras de consuelo y la oración. Y encomendó a María y a su esposo San José que los protejan y los defiendan de todo mal.