Qaraqosh es la segunda parada del Papa en su peregrinar dominical por el viacrucis que han sufrido los cristianos iraquíes ante el aniquilamiento sufrido por el Estado Islámico. Desde la catedral de la Inmaculada Concepción, escenario de estas ejecuciones yihadistas, el Pontífice se dirigió a la comunidad cristiana más numerosa de Irak, conformada principalmente siro católicos. Francisco les animó a mirar hacia adelante: “Ahora es el momento de reconstruir y volver a empezar, encomendándose a la gracia de Dios, que guía el destino de cada hombre y de todos los pueblos”.
“¡No estáis solos! Toda la Iglesia está con vosotros, por medio de la oración y la caridad concreta”, les exhortó Francisco, que estableció una hoja de ruta para este renacer del pueblo iraquí. Tras escuchar los testimonios del patriarca Ignace Youssif Younan, así como de un sacerdote y una cristiana, el Papa puso en valor la necesidad de cuidar “la variedad y las diferencias”.
La catedral estaba abarrotada de fieles, como todo el recorrido hasta llegar a ella, con miles de iraquíes que se echaron a las calles y desafiaron al miedo para saludar al sucesor de Pedro. Francisco correspondió solicitando a la comitiva que aminoraran su velocidad del vehículo blindado en el que viajaba y bajó la ventanilla para saludar uno a uno a los que esperaban. Ya en el interior del templo, se pudo ver al Papa más sonriente de estos tres días de viaje a Irak, acogiendo así el griterío de quienes le esperaban allí.
“Este es el momento de reconstruir no sólo los edificios, sino ante todo los vínculos que unen comunidades y familias, jóvenes y ancianos”. Desde ahí, Francisco trasladó a Oriente Medio una de sus constantes llamadas a promover el diálogo intergeneracional para no olvidar las raíces y poder poner las bases para un futuro sólido: “Cuando los ancianos y los jóvenes se encuentran, ¿qué es lo que sucede? Los ancianos sueñan, sueñan un futuro para los jóvenes; y los jóvenes pueden recoger estos sueños y profetizar, llevarlos a cabo”.
También, les instó a hacer del perdón uno de los puntales de este nuevo camino. “Es una palabra clave. El perdón es necesario para permanecer en el amor, para permanecer cristianos”. “Se necesita capacidad de perdonar y, al mismo tiempo, valentía para luchar. Sé que esto es muy difícil”, enfatizó.
“En estos momentos, acuérdense de que Jesús está a su lado. No dejen de soñar. No se rindan, no pierdan la esperanza”, les animó una y otra vez el sucesor de Pedro.
En esta misma línea, les alentó para no claudicar ante el desaliento: “Seguramente hay momentos en los que la fe puede vacilar, cuando parece que Dios no ve y no actúa. Esto se confirmó para ustedes durante los días más oscuros de la guerra, y también en estos días de crisis sanitaria global y de gran inseguridad”.
Una vez más, tal y como ha manifestado en todas las intervenciones a lo largo del viaje, el Pontífice insistió en que “el terrorismo y la muerte nunca tienen la última palabra”. “La última palabra pertenece a Dios y a su Hijo, vencedor del pecado y de la muerte. Incluso ante la devastación que causa el terrorismo y la guerra podemos ver, con los ojos de la fe, el triunfo de la vida sobre la muerte”, prosiguió. Y fue más allá: “Junto con todas las personas de buena voluntad, decimos ‘no’ al terrorismo y a la instrumentalización de la religión”.